El Bilbao Basket se obliga a una gesta

Miribilla tendrá que lanzar todo el embrujo posible. O hay gesta, que sería preciosa para celebrar los 25 años de historia de la entidad, o adiós a la segunda final europea en la historia del club. El año pasado lo hizo, en cuartos, pero ante un Legia de cartón piedra. Mira que estaba advertido el Bilbao Basket. Tenía el ejemplo del año pasado, en el que un mal cuarto ante el Chemintz le dejó fuera de la final de la FIBA Europe Cup. Pues el equipo de Ponsarnau chocó con la misma piedra. Una absoluta debacle en el tercer cuarto, con continuidad en el siguiente. Un colapso absoluto que desvía al grupo del sueño. 20 minutos en los que los jugadores vagaron sin rumbo, los peores del año, que elevaron a un Dijon justo de talento, pero animoso como pocos. De una tarde tan negativa no se puede salvar nadie, ni el cuerpo técnico, más les vale que se reciclen para la vuelta. Su pase pende de un milagro. El Cholet ganó en la otra semifinal en la caliente pista del PAOK y redondeó una jornada de euforia francesa.

Nada hacía presagiar el desastre en el arranque del choque. Kullamae y Gielo fueron los descartes, como estaba previsto por el tema de cupos en Europa. Al Surne le está costando mucho recomponer los roles en cada cita continental. Hay mucho jaleo. Cazalon está perdiendo pujanza, mucha. Y líderes como Dragic no acaban de aparecer en citas de este tipo.

El Bilbao Basket daba la cara con personalidad, hasta Sylla aportaba en tiros abiertos. Rabaseda participaba mucho tiempo después para tener una rotación más con personalidad en una cancha muy caliente. Llegó un 0-8 coincidiendo con la entrada a la cancha de Pantzar, que anotó dos tiros libres que abrieron el parcial que continuaron dos triples seguidos. Aún aumentaron la distancia a nueve los ‘hombres de negro’ -esta vez de blanco- al inicio del segundo cuarto (16-25), antes de que el choque entrase en una fase de errores y desacierto de la que sacó más partido el Dijon,

Los franceses ganaban la parte alta de la zona por el centro y desde ahí producían, pero estaban en anotación más baja de lo habitual. Un equipo caliente, que vio cómo Ware era castigado con técnica antes del descanso. Jones selló el 28-35 a falta de 2:09 para ir al descanso y a partir de ahí ,todo se fue al traste. Un 6-0 ya avisaba que la cosa se estaba torciendo. Rabaseda anotó un tiro libre y dejó la cosa en 34-36 al final del segundo acto.

Se jugó a lo que quiso el Dijon, que apenas consumía segundos en sus posesiones. El conjunto de Legname empezó a crecerse, en la misma medida en la que los ‘hombres de negro’ desprovistos de la dureza y la mentalidad exigible en una semifinal Europa, se diluían como un azucarillo en el café. Menudo apagón vasco, que además perdió a un Hlinason que acabó cojeando. No encontraba soluciones Ponsarnau, que protestó impotente porque los árbitros premiaban la animosidad local en cualquier duda, y le pitaron una técnica. Hrovat, bien ayudado por Julien, McDuffie y Sengfelder, mostraron un dominio del juego que redujo a cenizas a los vizcaínos. Nadie cogía las riendas en busca de la reacción. Tiros a destiempo, facilidades defensivas alarmantes, falta de dureza… un panorama desolador. Ponsarnau pidió un tiempo muerto en el tramo final para evitar una mayor sangría. Triste realidad. Una inconsistencia que mereció semejante correctivo.

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