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Así fue el Real Madrid – Real Sociedad más corto de la historia: duró sólo 6 minutos
A los más jóvenes les costará imaginarlo; al resto, sin embargo, no mucho recordarlo. El 12 de diciembre de 2004, un Real Madrid-Real Sociedad tuvo que suspenderse por amenaza de bomba. Pudo ser un desastre y terminó en anécdota. En susto, en historia. Fue una llamada al Gara lo que encendió las alarmas: hay un artefacto explosivo en el Santiago Bernabéu, tienen 20 minutos. Golpe. Y tonos. Ese sonido tras una llamada que afila el silencio. Desde la redacción se avisó a la Policía que, pese a estar acostumbrada a las falsas alarmas… detectó que aquella podía ir en serio. “Era creíble y real”, se recuerda desde el Ministerio del Interior. Y se dio la orden: desalojo inmediato. Era la 15ª jornada de Liga. Había 70.000 personas. Pudo ser una catástrofe, pero terminó siendo un éxito.
Una amenaza de bomba de ETA obligó a suspender el partido en 2004. El Bernabéu se desalojó en 8′ y no hubo explosiones. Un mes después, se reanudó con otro entrenador… ¡Y marcó Zidane!
A los más jóvenes les costará imaginarlo; al resto, sin embargo, no mucho recordarlo. El 12 de diciembre de 2004, un Real Madrid-Real Sociedad tuvo que suspenderse por amenaza de bomba. Pudo ser un desastre y terminó en anécdota. En susto, en historia. Fue una llamada al Gara lo que encendió las alarmas: hay un artefacto explosivo en el Santiago Bernabéu, tienen 20 minutos. Golpe. Y tonos. Ese sonido tras una llamada que afila el silencio. Desde la redacción se avisó a la Policía que, pese a estar acostumbrada a las falsas alarmas… detectó que aquella podía ir en serio. “Era creíble y real”, se recuerda desde el Ministerio del Interior. Y se dio la orden: desalojo inmediato. Era la 15ª jornada de Liga. Había 70.000 personas. Pudo ser una catástrofe, pero terminó siendo un éxito.
Julio Cendal, entonces Jefe de Seguridad del club, fue quien recibió la noticia y activó la maquinaria. No había tiempo que perder. Tenían 20 minutos, ni un segundo más. Rápidamente informó a Florentino Pérez, presidente y avisó al delegado para que informase al árbitro. En concreto, primero acudió al cuarto, Jallas Amigo, quien llamó rápidamente a Lizondo Cortés, árbitro principal. Y pieza clave. Era el minuto 88 y el partido iba 1-1. Sobre el campo, Zidane, Beckham, Ronaldo, Raúl, Guti, Morientes, Arteta, Kovacevic y Nihat, entre tantos.No lo dudó ni un instante: jugadores a vestuarios. De inmediato. Y sin explicaciones. Salid y ya hablaremos fuera.
Calma en la tormenta
Dio el pregón a un desalojo ejemplificante: en ningún momento imperó el caos entre los aficionados. Y eso fue determinante. De hecho, algunos aún recuerdan como múltiples personas se prestaron a ayudar a los discapacitados para que salieran con celeridad. Había calma, tal vez gracias al desconocimiento –cómo sería algo así en la era de las redes sociales, es una incógnita–, pero hubo orden. La megafonía del estadio pidió en numerosas ocasiones el desalojo, sin hacer público el motivo. Pero algunos aficionados se enteraron a través de las radios y con ellas, el boca a boca fue extendiéndose. Ya era vox populi.
Fueron 8 minutos
Y ni con esas, se perdió la calma. Todo salió extraordinariamente bien. El Bernabéu se desalojó en tan sólo 8 minutos, como aún recuerdan con orgullo las fuerzas policiales. Una curiosidad es que Víctor García Hidalgo, director general de la Policía Nacional, se encontraba en las gradas del estadio viendo el encuentro, por lo que pudo ponerse al frente del dispositivo con celeridad.El segundo, tercer y cuarto anfiteatro abandonó el estadio por los vomitorios, mientras que el césped se autorizó para los del primer anfiteatro, propiciando la tan icónica imagen. Duró eso, 8 minutos.
Rastreo con perros
Los jugadores salieron del estadio sin cambiarse de ropa… y sin abrigos (recordamos que era diciembre). En el palco se quedaron las chaquetas de los mandatarios y en las gradas, centenares de mochilas. Ese fue el siguiente paso. Entrar… y rastrear. La Policía accedió con perros, revisando cada metro. Cada palmo. En masa. Y de manera ordenada. Aunque vaya por delante que el sentimiento era de que no había nada dentro del campo: haber burlado el control de seguridad con algo así, para la Policía, era un escenario altamente improbable. Podía ser, pero no parecía.
Miedo a las calles
El verdadero temor era a una explosión en las inmediaciones. En ella había 70.000 personas alejándose poco a poco, de manera ordenada, pero inevitablemente lenta. Un coche, algo en la calle. Fueron minutos de mucho, mucho nerviosismo institucional. Pero de una sorprendente calma social, para lo que estaba sucediendo. La reacción del pueblo madrileño, trágicamente acostumbrado al terrorismo, fue impecable y vital para que todo saliera bien. No hubo avalanchas. No hubo disturbios. Como tampoco sustos: un petardo, sin ir más lejos, habría desatado el caos y, para la Policía, causado víctimas por estampida con total seguridad. Pero no hubo explosión alguna.
Y ‘falsa’ alarma
Porque una vez transcurrieron los 20 minutos… silencio. Nada. Calma. “En aquel momento sólo quedábamos Florentino y yo dentro del estadio”, recuerda Julio Cendal, jefe de seguridad, con Relevo. No hubo bomba. Aunque esa es una duda que perseguirá a este capítulo para toda la historia: ¿No había bomba, o sí… pero algo falló? Nunca se sabrá. La única certeza es que dentro del Santiago Bernabéu no había artefactos explosivos. Se rastreó al milímetro y no se encontró absolutamente nada. Si había algo fuera y no salió como debía, será un misterio perpetuo. Sombra de aquel 14 de diciembre de 2004 que pudo ser una catástrofe… y terminó en anécdota.
¿Qué pasó después?
Respecto a la bomba, nada. El capítulo quedó escrito. Sin más noticias. Pero en lo que atañe al partido… debía terminarse, claro. Y lo hizo. Se había detenido en el 88′ y el colegiado comunicó que su intención era añadir cuatro minutos, por lo que se pactó la reanudación: se jugarían 6 minutos, en el Santiago Bernabéu. Faltaba el cuándo y el cómo. No fue especialmente difícil: se estipuló el 5 de enero de 2005, vísperas de Reyes y, como ‘regalo’, que sería a puertas abiertas. Para 6 minutos, que entre quien quiera hasta rellenar aforo. Así fue.
Gol de Zidane
Aunque sí hubo un matiz interesante: el partido había comenzado con García Remón en el banquillo y terminó con Vanderlei Luxemburgo. Entre medias, destitución. Pero su Madrid salió con todo: iba 1-1 y alguna ocasión, caería. Y tanto que sí. Ronaldo recibió, encaró a Labaka… y provocó un penalti. Asumió la responsabilidad Zidane, marcando y poniendo el 2-1 en el marcador. Locura en el Bernabéu. No se jugó más, porque entre el shock txuri-urdin y que Luxemburgo hizo varios cambios para perder tiempo, Casillas no tuvo que realizar ni una sola intervención.
Así terminó la historia. El Real Madrid ganó un partido que empezó el 12 de diciembre de 2004 y terminó el 5 de enero de 2005. Suspendido por una amenaza de bomba que comenzó con una llamada de ETA al Gara, pasó a la Policía, al árbitro… y llegó hasta el Ministerio del Interior. Que provocó un desalojo histórico en Chamartín, una fotografía para la eternidad y pudo ocasionar una tragedia sin precedentes. Pero todo salió bien. Lo deportivo, para el Madrid de Luxemburgo: ganó 24 días después. Se llevó el partido más largo y, a la vez, más corto del mundo. Duró 6 minutos. Marcó Zidane. Y nos marcó a todos.