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El Sevilla sirve de cachondeo al beticismo

Ir al Benito Villamarín se ha convertido en algo similar a cruzar las puertas de Disneyland, mientras que ir al Sánchez-Pizjuán o ver algún partido del Sevilla se asemeja a la visita a un tanatorio. Estados de ánimos contrapuestos en las dos orillas de la Sevilla futbolera en la que, como siempre ha sucedido, la felicidad del que va bien se ve agrandada por la desgracia del que va mal.
El Villamarín pide al presidente del Sevilla que se quede y celebra acabar un año más por encima del eterno rival
Ir al Benito Villamarín se ha convertido en algo similar a cruzar las puertas de Disneyland, mientras que ir al Sánchez-Pizjuán o ver algún partido del Sevilla se asemeja a la visita a un tanatorio. Estados de ánimos contrapuestos en las dos orillas de la Sevilla futbolera en la que, como siempre ha sucedido, la felicidad del que va bien se ve agrandada por la desgracia del que va mal.
El ascenso del Betis o la caída libre del Sevilla o ambas cosas a la vez, se observan en el dato de que el Betis acabará por tercera temporada consecutiva por encima de los de Nervión. Cinco jornadas le han sobrado a los verdiblancos para demostrar que en puntuación, plantilla, banquillo y dirigencia están a años luz de distancia del eterno rival. Y como es lógico, eso se traslada a un césped en el que unos pelean la Champions y otros van escarbando hacia Segunda.
Y como no puede ser de otro modo, llega el cachondeo. El Benito Villamarín estalló de alegría a la hora de partido contra el Valladolid, cuando el marcador reflejó un 3-1 que se vería ampliado y se vio que la victoria ya no corría peligro. Y la grada del Villamarín se mofó del Sevilla de una de las maneras más elegantes y a la vez humillantes que puede haber: pidiendo a su presidente que se quede. “Júnior, quédate”, fue el cántico entonado por todo el estadio en referencia a José María del Nido Carrasco, de igual modo que en los tiempos de bonanza en la otra acera se pedía la continuidad de ‘Don Manué’ Ruiz de Lopera.
En condiciones normales, esto debería llevar a la reflexión en el Sevilla. Pero en el Sevilla hace tiempo que la normalidad es una quimera mientras que en el Betis la normalidad es hacer felices a los suyos en estos momentos. E infelices a los otros.
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