Mundo Motor
Visa de turista y comprar auto en Estados Unidos: ¿Es posible?

Mucha gente que planea un viaje largo por Estados Unidos, o quizás aquellos que visitan frecuentemente, se hacen una pregunta que suena bastante lógica: ¿puedo comprar un auto allá con mi visa de turista?
La idea de tener transporte propio, evitar los costos a veces elevados del alquiler y moverse con total libertad resulta muy tentadora. Bueno, pues la respuesta corta podría sorprender a algunos: técnicamente, sí, es posible comprar un vehículo. Pero, como suele suceder con las cosas que parecen demasiado buenas o sencillas, la historia completa es bastante más compleja y está llena de matices importantes.
Vamos por partes. Desde un punto de vista estrictamente legal, la compraventa de un auto no está inherentemente prohibida para un extranjero con visa B1/B2 (la visa de turista/negocios).
En un inicio, un concesionario o un vendedor particular podría vender el auto a una persona con presentar el pasaporte con la visa vigente y, por supuesto, el dinero para pagarlo. De hecho, probablemente es necesario pagar el monto completo de contado, puesto que conseguir financiamiento sin historial crediticio en Estados Unidos, sin número de seguro social (SSN) y sin ser residente es prácticamente una misión imposible. Así que, el primer punto es: la transacción de compra en sí misma puede realizarse.
Aquí es donde la trama se complica considerablemente. Una cosa es comprar el auto y otra muy diferente es poder usarlo legalmente en la vía pública. Para circular, cualquier vehículo en Estados Unidos se necesita fundamentalmente tres cosas: estar registrado a nombre del propietario, tener placas vigentes y contar con un seguro de responsabilidad civil obligatorio. Y es justo en estos requisitos donde el turista se topa con un muro difícil de escalar.

El desafío de la licencia de conducir al comprar auto en Estados Unidos
Pensemos primero en la licencia de conducir. Si bien es cierto que puedes conducir temporalmente en muchos estados con la licencia del país de origen (a menudo acompañada de un Permiso Internacional de Conducir), para registrar un vehículo y, sobre todo, para obtener un seguro de auto a un precio razonable, la inmensa mayoría de las veces te van a pedir una licencia de conducir estadounidense válida emitida por el estado donde se pretende registrar el coche.
¿Y cuál es el problema? Pues que obtener una licencia de conducir estatal siendo turista es extremadamente complicado, y en muchos estados, directamente imposible, ya que usualmente requiere pruebas de residencia estable que un turista, por definición, no tiene.

Seguro y registro: Los siguientes grandes escollos
Luego viene el asunto del seguro de auto para turistas. Digamos que, hipotéticamente, se logró superar el obstáculo de la licencia (quizás encontrando un estado con reglas más laxas o alguna excepción muy particular, aunque es poco probable). Ahora se necesitas asegurar el vehículo.
Muchas compañías de seguros basan sus tarifas y su decisión de asegurar a alguien en el riesgo percibido. Un conductor sin historial de manejo en Estados Unidos, sin una dirección permanente comprobable y con una licencia extranjera (o incluso una recién emitida local) representa un riesgo muy alto para ellas.
Por consiguiente, conseguir una póliza será difícil y, si se logra, probablemente será carísima. Algunas aseguradoras especializadas podrían ofrecer productos para extranjeros, pero suelen tener coberturas limitadas y costos elevados. Sin seguro, simplemente no se puede sacar el auto a la calle.
Y finalmente, está el tema del registro y las placas. Para registrar un vehículo, se necesita una dirección física en el estado correspondiente. Un hotel o una dirección temporal no suelen ser suficientes para el DMV. Requieren una prueba de residencia.
Así que, ¿dónde registramos el auto? Usar la dirección de un amigo o familiar podría traerles complicaciones fiscales o legales a ellos, y tampoco es una solución sostenible. Sin registro y placas, el auto no puede circular legalmente.
Considerando todo esto, la viabilidad real de comprar y usar un coche como turista se reduce drásticamente. Aunque la compra inicial sea posible, los pasos subsecuentes -licencia, seguro, registro- presentan obstáculos muy significativos, diseñados en gran medida para personas que residen en el país.

Visa de turista y comprar auto en Estados Unidos: ¿Cuál es la conclusión de todo esto?
Si bien no hay una ley federal que explícitamente prohíba a un turista adquirir un vehículo, el sistema en su conjunto (leyes estatales de tránsito, requisitos de aseguradoras, normativas del DMV) hace que la operación sea impracticable y poco recomendable para la gran mayoría de los visitantes temporales.
Y es que, los riesgos de encontrarse con un auto que no se puede usar legalmente, o de incurrir en gastos exorbitantes y problemas burocráticos, son simplemente demasiado altos.
Para viajes de corta o mediana duración, las alternativas como rentar un vehículo, usar servicios de transporte compartido (como Uber o Lyft) o apoyarse en el transporte público (donde esté disponible y sea eficiente) resultan, en la práctica, mucho más sensatas, seguras y, a menudo, económicas si se consideran todos los costos ocultos y las dificultades de ser propietario temporal.
Mucha gente que planea un viaje largo por Estados Unidos, o quizás aquellos que visitan frecuentemente, se hacen una pregunta que suena bastante lógica: ¿puedo comprar un auto allá con mi visa de turista?
La idea de tener transporte propio, evitar los costos a veces elevados del alquiler y moverse con total libertad resulta muy tentadora. Bueno, pues la respuesta corta podría sorprender a algunos: técnicamente, sí, es posible comprar un vehículo. Pero, como suele suceder con las cosas que parecen demasiado buenas o sencillas, la historia completa es bastante más compleja y está llena de matices importantes.
Vamos por partes. Desde un punto de vista estrictamente legal, la compraventa de un auto no está inherentemente prohibida para un extranjero con visa B1/B2 (la visa de turista/negocios).
En un inicio, un concesionario o un vendedor particular podría vender el auto a una persona con presentar el pasaporte con la visa vigente y, por supuesto, el dinero para pagarlo. De hecho, probablemente es necesario pagar el monto completo de contado, puesto que conseguir financiamiento sin historial crediticio en Estados Unidos, sin número de seguro social (SSN) y sin ser residente es prácticamente una misión imposible. Así que, el primer punto es: la transacción de compra en sí misma puede realizarse.
Aquí es donde la trama se complica considerablemente. Una cosa es comprar el auto y otra muy diferente es poder usarlo legalmente en la vía pública. Para circular, cualquier vehículo en Estados Unidos se necesita fundamentalmente tres cosas: estar registrado a nombre del propietario, tener placas vigentes y contar con un seguro de responsabilidad civil obligatorio. Y es justo en estos requisitos donde el turista se topa con un muro difícil de escalar.

El desafío de la licencia de conducir al comprar auto en Estados Unidos
Pensemos primero en la licencia de conducir. Si bien es cierto que puedes conducir temporalmente en muchos estados con la licencia del país de origen (a menudo acompañada de un Permiso Internacional de Conducir), para registrar un vehículo y, sobre todo, para obtener un seguro de auto a un precio razonable, la inmensa mayoría de las veces te van a pedir una licencia de conducir estadounidense válida emitida por el estado donde se pretende registrar el coche.
¿Y cuál es el problema? Pues que obtener una licencia de conducir estatal siendo turista es extremadamente complicado, y en muchos estados, directamente imposible, ya que usualmente requiere pruebas de residencia estable que un turista, por definición, no tiene.

Seguro y registro: Los siguientes grandes escollos
Luego viene el asunto del seguro de auto para turistas. Digamos que, hipotéticamente, se logró superar el obstáculo de la licencia (quizás encontrando un estado con reglas más laxas o alguna excepción muy particular, aunque es poco probable). Ahora se necesitas asegurar el vehículo.
Muchas compañías de seguros basan sus tarifas y su decisión de asegurar a alguien en el riesgo percibido. Un conductor sin historial de manejo en Estados Unidos, sin una dirección permanente comprobable y con una licencia extranjera (o incluso una recién emitida local) representa un riesgo muy alto para ellas.
Por consiguiente, conseguir una póliza será difícil y, si se logra, probablemente será carísima. Algunas aseguradoras especializadas podrían ofrecer productos para extranjeros, pero suelen tener coberturas limitadas y costos elevados. Sin seguro, simplemente no se puede sacar el auto a la calle.
Y finalmente, está el tema del registro y las placas. Para registrar un vehículo, se necesita una dirección física en el estado correspondiente. Un hotel o una dirección temporal no suelen ser suficientes para el DMV. Requieren una prueba de residencia.
Así que, ¿dónde registramos el auto? Usar la dirección de un amigo o familiar podría traerles complicaciones fiscales o legales a ellos, y tampoco es una solución sostenible. Sin registro y placas, el auto no puede circular legalmente.
Considerando todo esto, la viabilidad real de comprar y usar un coche como turista se reduce drásticamente. Aunque la compra inicial sea posible, los pasos subsecuentes -licencia, seguro, registro- presentan obstáculos muy significativos, diseñados en gran medida para personas que residen en el país.

Visa de turista y comprar auto en Estados Unidos: ¿Cuál es la conclusión de todo esto?
Si bien no hay una ley federal que explícitamente prohíba a un turista adquirir un vehículo, el sistema en su conjunto (leyes estatales de tránsito, requisitos de aseguradoras, normativas del DMV) hace que la operación sea impracticable y poco recomendable para la gran mayoría de los visitantes temporales.
Y es que, los riesgos de encontrarse con un auto que no se puede usar legalmente, o de incurrir en gastos exorbitantes y problemas burocráticos, son simplemente demasiado altos.
Para viajes de corta o mediana duración, las alternativas como rentar un vehículo, usar servicios de transporte compartido (como Uber o Lyft) o apoyarse en el transporte público (donde esté disponible y sea eficiente) resultan, en la práctica, mucho más sensatas, seguras y, a menudo, económicas si se consideran todos los costos ocultos y las dificultades de ser propietario temporal.