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Mark Williams se ríe de los Lakers

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Si dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, Mark Williams se cobró su pequeña venganza, al menos mediática, tras la eliminación de los Lakers. El pívot de Charlotte Hornets debía estar viendo el quinto partido de los angelinos contra los Timberwolves, el que confirmó su eliminación y el punto y final a su temporada. Y su reacción en cuanto acabó fue elocuente:

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​El pívot de los Hornets dejó claro en sus redes sociales que estaba muy atento al desenlace de la eliminatoria entre Wolves y Lakers, el equipo que no le quiso.  

Si dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, Mark Williams se cobró su pequeña venganza, al menos mediática, tras la eliminación de los Lakers. El pívot de Charlotte Hornets debía estar viendo el quinto partido de los angelinos contra los Timberwolves, el que confirmó su eliminación y el punto y final a su temporada. Y su reacción en cuanto acabó fue elocuente:

Williams podría haber estado jugando esta eliminatoria, claro. Y ese es el problema. El 6 de febrero, cuatro días después del traspaso de Luka Doncic, fue enviado a los Lakers a cambio del tirador rookie Dalton Knecht, Cam Reddish, la primera ronda de 2031 y el derecho a intercambiar la de 2030. Era un movimiento agresivo, ambicioso de unos Lakers que no querían esperar a verano para competir ya con LeBron James (40 años…) y Luka Doncic. Williams (solo 23 años) es el tipo de pívot que mejor funciona, se vio en Dallas, al lado del base esloveno: con envergadura y juego por encima del aro para finalizar asistencias. Con un interior así, Doncic puede presionar de forma permanente a la defensa rival con sus penetraciones. Además, Williams tenía potencial (todavía, solo potencial) para ser un buen intimidador en defensa. Y era, en general, un jugador de altas expectativas (número 15 del draft de 2022 formado en Duke) que no había explotado todavía por una pésima suerte con las lesiones (espalda, tobillo…) y por el desastre organizativo que son los Hornets.

Pero dos días, después, el 8 de febrero, y cuando parecía que su carrera y su vida habían cambiado para siempre, los Lakers anularon el traspaso porque, oficialmente, vieron cosas que no les gustaron nada en las pruebas médicas que hicieron a un Williams que se vio obligado a volver a Charlotte, donde el enfado de la franquicia de Carolina (que parecía deseosa de completar el traspaso) tampoco le dejó en muy buen lugar. Entonces ya se quejó, pero nada cambió. Y los Hornets pidieron una investigación que la NBA desarrolló por la vía rápida y sin más noticias. Un equipo tiene un margen para anular una operación que está a falta de la rúbrica si, efectivamente, ve algo que no le gusta en las revisiones médicas propias. Para la NBA, es peliagudo entrar en esa subjetividad de los médicos de una franquicia.

Ahora bien, ¿eras esas las razones reales de los Lakers? En principio, es lo que hay que creer, aunque algunos pensaron que habían tenido remordimientos de comprador y que habían decidido no dar básicamente las únicas rondas que les quedaban para mejorar el equipo con la idea de acabar la temporada con lo que tenían (en las zonas, poquísimo) y buscar un refuerzo mejor en verano. Sea como fuere, Williams se quedó en los Hornets y los Lakers completaron el curso con un juego interior fino como un folio: Jaxson Hayes, un jugador limitadísimo en contrato mínimo, quedó como único pívot puro.

Y en la serie contra los Wolves se notó: poco volumen en las zonas, nula protección del aro, inventos de small ball para intentar contraprogramar el tamaño de los Wolves… nada funcionó, ni en una defensa pequeña y desguarnecida ni en un ataque sin esa amenaza vertical que había exprimido tan bien Doncic en Dallas (con Dereck Lively, Daniel Gafford…). Obvio en toda la serie (en la que demás no tuvo ningún protagonismo Knecht, que se fue a los Hornets y volvió a L.A., el camino inverso, en 48 horas) y clarísimo en el quinto partido, cuando Rudy Gobert dominó las zonas a sus anchas con el partido de su vida en playoffs: 27 puntos, 24 rebotes, 9 en ataque por 8 totales de los Lakers. Y ahí, en ese momento amargo en el que algunas carencias quedaron totalmente a la vista, apareció Mark Williams. Un regodeo contra quienes, por unas cosas o por otras, acabaron no contando con él en una situación que le generó un feo trance mediático.

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