Espectáculo
Violencia pasiva: el “hate” en redes disfrazado de consejo

Hace poco una mujer compartió en redes que estaba feliz porque volvió a correr con su pareja después de una crisis de pareja. Entre los comentarios, uno decía: “Deberías estar cuidando a tus hijos, no corriendo con ese. “Te lo digo con cariño”. ¿Eso es cariño? No. Es violencia pasiva. Y pasa todos los días.
“Yo solo dije mi opinión, no fue para tanto.” “Lo digo por su bien.” “Es libertad de expresión.”
Frases como estas se repiten a diario en redes sociales. Pero muchas veces, debajo de esos “consejos” o “críticas inocentes”, lo que realmente hay es agresión y mucho “hate” u odio disfrazado de libertad de expresión.
Muchas personas aprovechan el mundo virtual para decir lo que nunca se atreverían cara a cara. Y lo justifican con la idea que “si los comentarios son públicos, puedo opinar lo que quiera”.
Pero opinar no es lo mismo que humillar, ni criticar lo mismo que ayudar. Las redes sociales se han convertido en un lugar donde muchas personas lanzan su veneno con una sonrisa.
“Perdí a alguien, pero no puedo llorarlo en público”: duelo desautorizado
¿Por qué lo hacen?
- Porque proyectan en otros sus propios vacíos, frustraciones, inseguridades, heridas y mala gestión emocional.
- Porque no ven la reacción del otro, se desinhiben y eso les desconecta de la empatía.
- Porque sienten que no habrá consecuencias.
- Porque otros hacen lo mismo, y lo normalizan.
El que agrede desde una pantalla está hablando más de él que del otro. Es un termómetro de lo que pasa fuera de las redes, en sus relaciones. ¿Cómo será en su casa? ¿con su pareja? ¿con sus hijos?
Lo que normalizamos en lo digital, lo llevamos a lo íntimo. La agresividad, cuando no se cuestiona y se gestiona, se convierte en hábito. Y eso desgasta los vínculos más importantes.
La libertad de expresión no es excusa para perder el respeto y la humanidad, ni para agredir a nadie. Puede que estés en desacuerdo, que no te guste lo que el otro publica, pero esa no es razón para acribillarlo con tus comentarios.
Las dinámicas agresivas en línea también pasan factura a la salud mental de todos. Las víctimas de estos ataques sufren estrés, ansiedad e incluso depresión; los agresores, por su parte, refuerzan un ciclo negativo que les impide manejar de forma saludable su propia ira o inseguridad.
Al final, es un círculo vicioso que erosiona la empatía y el respeto tanto en línea como fuera de ella. Seamos empáticos en redes tanto como en la vida real, no conocemos las luchas que cada quien está viviendo.