Espectáculo
El bienestar mental comienza con la reflexología podal

La Reflexología Podal (RP), técnica de medicina complementaria consistente en masajear y presionar determinados puntos de los pies con fines terapéuticos, ha mostrado su eficacia en el tratamiento de dolencias orgánicas, como:
- Dolores corporales
- Lesiones de los músculos y articulaciones
- Problemas urinarios, digestivos, respiratorios y menstruales
Además, la RP puede mejorar la salud bucal ya que “en los pies existen puntos reflejos vinculados a dientes y encías cuya estimulación favorece la circulación sanguínea en la boca y refuerza el sistema inmunológico, ayudando a prevenir infecciones”, explica Tamara Fernández, terapeuta especializada en RP y directora ejecutiva (CEO) de la Escuela de Reflexología Podal.
“Sin embargo, y a pesar de su creciente popularidad, muchas personas desconocen que esta terapia también puede aportar beneficios en diferentes aspectos de la salud mental y emocional”, señala Fernández.
Fernández es médica, formada en Medicina y Cirugía, pero después de descubrir la reflexología podal en el hospital, decidió especializarse como terapeuta y formadora de profesionales en esta terapia, en vez de seguir ejerciendo como médico, apoyándose en los conocimientos de la anatomía y fisiología humana que adquirió durante su carrera universitaria.
Su enfoque de trabajo terapéutico se centra en comprender cómo el funcionamiento interno del organismo se refleja en los pies y cómo, a través de estímulos precisos, es posible activar respuestas fisiológicas beneficiosas.
Regula el estado de ánimo por vía hormonal
Tamara Fernández señala que “el sistema endocrino es fundamental para regular el metabolismo, el estado de ánimo y la energía vital”.
Algunos estudios indican que la estimulación de puntos reflejos específicos del pie puede favorecer el equilibrio hormonal, beneficiando a personas con hipotiroidismo o síndrome del ovario poliquístico, y ayuda a estabilizar el sistema endocrino, mejorando la calidad de vida de aquellos que sufren desajustes hormonales, según esta especialista.
Mejora de la autoestima y el bienestar emocional
“Las emociones también se reflejan en los pies. Con la RP es posible tratar bloqueos emocionales que afectan la autoestima. La estimulación de ciertas zonas permite liberar tensiones y mejorar la confianza personal”, según la CEO de la Escuela de Reflexología.
Recalca que “es un tratamiento integral que ayuda a gestionar las emociones y tener una mejor disposición ante situaciones desafiantes”.
Aumenta la productividad en el trabajo
La RP puede contrarrestar el exceso de estrés que impacta negativamente en la productividad y la capacidad de concentración, ya que “actúa sobre el sistema nervioso autónomo, regulando los niveles de cortisol y promoviendo un estado de relajación profundo”, según Fernández.
“Este equilibrio favorece la claridad mental y mejora el rendimiento laboral, permitiendo que el cuerpo y la mente funcionen de manera más eficiente y enfocada”, enfatiza.
Ayuda a manejar la ansiedad y la depresión
La RP actúa sobre zonas específicas vinculadas a la producción de neurotransmisores (sustancias que transmiten los impulsos nerviosos) como la serotonina y la dopamina, que tienen efectos en el ánimo, lo que la convierte en un complemento eficaz para el tratamiento de trastornos emocionales, según Fernández.
“Esta técnica favorece el bienestar y la estabilidad emocional, ayudando a equilibrar el sistema nervioso y promoviendo una sensación de calma y armonía, ayudando a tratar la depresión y la ansiedad desde su raíz, contribuyendo a estabilizar el organismo”, afirma la especialista.
Mecanismos neurofisiológicos
La RP “es una disciplina terapéutica basada en estimular puntos reflejos en los pies que están conectados con distintos órganos y sistemas del cuerpo. A través de la presión en estas zonas específicas, se busca generar una respuesta en el organismo que favorezca su equilibrio y bienestar”, explica.
Desde un enfoque médico y sanitario, la RP se fundamenta en una serie de principios neurofisiológicos, tiene efectos positivos en los sistemas nervioso y circulatorio, y en distintas funciones orgánicas.
Por ejemplo, “la presión ejercida en los pies activa terminaciones nerviosas que envían señales al cerebro, desencadenando respuestas en los órganos relacionados, mientras que la estimulación de ciertas zonas favorece el flujo sanguíneo, lo que contribuye a una mejor oxigenación de los tejidos y la eliminación de toxinas”, según puntualiza.
Añade que esta terapia “ayuda a modular la respuesta del organismo ante el estrés, favoreciendo la activación del sistema nervioso parasimpático (relajación y recuperación), y contribuye a la analgesia natural del cuerpo (reduce la percepción del dolor) al activar determinados receptores nerviosos y promover la liberación de unas sustancias llamadas endorfinas”.
Asimismo, “mediante la estimulación de zonas reflejas en los pies, se pueden mejorar procesos digestivos, respiratorios, hormonales y musculoesqueléticos, promoviendo un mejor funcionamiento del cuerpo”, destaca Fernández.
Primera consulta y sesiones terapéuticas
Explica que “a diferencia de un simple masaje en los pies, la RP tiene un impacto sistémico, abordando el cuerpo como una unidad interconectada. Cada sesión terapéutica se adapta a las necesidades individuales del paciente y se complementa con estrategias de prevención y educación en salud”.
“La práctica de la Reflexología Podal sigue un protocolo estructurado basado en el enfoque clínico y sanitario, que comienza en la primera consulta, cuando el terapeuta establece un diagnóstico reflexológico y un plan de tratamiento personalizado adaptado a esa persona”, apunta esta especialista.
En esta primera sesión, el terapeuta recopila información sobre la salud, antecedentes médicos y síntomas del paciente, observa en sus pies signos físicos (cambios en la textura, temperatura o color de la piel) que aporten información sobre los órganos reflejados, y estimula de modo suave y progresivo las principales áreas reflejas, para que el cuerpo comience a responder al tratamiento.
En una sesión típica de tratamiento, el terapeuta efectúa “maniobras suaves para relajar la musculatura del pie y activar la circulación, aplica distintas técnicas de presión y masaje en las áreas reflejas relacionadas con la condición del paciente, y efectúa movimientos integradores para armonizar la respuesta del cuerpo y favorecer la adaptación al tratamiento.
En la sesión terapéutica “también se valora la evolución del paciente y se dan recomendaciones para potenciar los efectos de la sesión, relativos a hidratación, descanso y hábitos saludables” concluye.