Baloncesto
Los Lakers estaban rotos
Los Lakers cayeron con estrépito, a la primera, en playoffs. Después de pelear, y celebrar su consecución, por la ventaja de campo en primera ronda, entregaron dos de los tres partidos en su pista contra unos Timberwolves que estaban construidos para sacar a la superficie, e iluminar con luces de neón, todos sus defectos.
Después de la eliminación se ha sabido que LeBron sufrió una lesión de rodilla y que Reaves jugó con un esguince en un dedo. Y Doncic acabó con problemas de espalda.
Los Lakers cayeron con estrépito, a la primera, en playoffs. Después de pelear, y celebrar su consecución, por la ventaja de campo en primera ronda, entregaron dos de los tres partidos en su pista contra unos Timberwolves que estaban construidos para sacar a la superficie, e iluminar con luces de neón, todos sus defectos.
Es obvio que la llegada de Luka Doncic no estaba pensada para el cortísimo plazo, y que hacía falta al menos un verano para intentar reformular la rotación y construir un equipo más profundo y más parecido al que permite que el esloveno explote todas sus virtudes. La ausencia de un pívot y la debilidad en general de la rotación interior eran señales de peligro muy claras. Pero también es verdad que se podía esperar más, como mínimo una imagen mejor en unos playoffs en los que no era descabellado perder con un equipo como los Wolves, que ha llegado de maravilla al tramo decisivo de la temporada, pero en el que las sensaciones han sido muy malas y la diferencia, mayor de la prevista aunque los tres últimos partidos se decidieron en el alambre.
También es un hecho que los Lakers tenían que maridar la paciencia para integran a Doncic y formular el primer proyecto con el esloveno como verdadero eje con la necesidad de competir ya con un LeBron James que la próxima temporada cumplirá 41 años y cuyo futuro queda otra vez en suspenso. Lo normal es que siga jugando y que lo haga en los Lakers, pero…
El caso es que los angelinos tuvieron momentos de un nivel altísimo en el tramo final de la regular season, con un quinteto pequeño que funcionó bien en ataque y que compensó con movilidad, cambios y agresividad la ausencia en defensa de intimidación en el aro y el adiós de un defensor generacional como Anthony Davis. Cuando llegaron los playoffs, sin embargo, los Lakers parecieron lejos del prime que habían aireado semanas antes. Sin plan b contra un equipo más físico y más grande, sin frescura ni muchas ideas. Poroso en defensa, superado bajo los aros y sin la brillantez ofensiva que se podría esperar de un equipo con Doncic, LeBron y una tercera espada como Austin Reaves.
Es legítimo preguntarse cómo de agotado llegó el bloque principal después de ese enorme esfuerzo que hizo a partir del parón del All Star, con un calendario durísimo por fechas y rivales. Y, por lo tanto, cómo de sostenible era su plan, finalmente suicida. Tampoco ayudaron las lesiones, antes de playoffs, de jugadores como Rui Hachimura, que se perdió varias semanas, y LeBron, que volvió a tener unos problemas en la ingle que no había superado del todo cuando comenzó la serie contra los Wolves. En playoffs, el quinteto que había despuntado semanas antes (Doncic-Reaves-Finney Smith-LeBron-Hachimura) hizo aguas, totalmente superado. En parte, porque el físico no acompañó.
Además, las lesiones estaban devorando al equipo, una realidad que estalló una vez finalizada la eliminatoria y que dejó claro que no había futuro más allá de esta serie, ni siquiera de superarla aunque se hubiera alargado algún partido más. No digamos de pensar en cotas más altas en las siguientes eliminatorias.
Reaves, que estuvo a un nivel muy malo en toda la serie, jugó con una lesión en un dedo del pie, un esguince que en condiciones normales le habría tenido entre dos y cuatro semanas parado pero con el que decidió jugar a base de tolerar el dolor y de no apoyar siquiera el pie entre partido y partido. El escolta, devorado por el físico de los Wolves y muy expuesto en defensa, promedió solo 16,2 puntos con un 41,1% en tiros. Esa lesión, oculta hasta que ha acabado la temporada, también jugo un papel obvio en sus problemas.
Además, Luka Doncic tuvo su cuota de problemas: la enfermedad estomacal que casi no le dejó jugar en el tercer partido, en el que lo intentó e hizo lo que pudo muy mermado, y una lesión de espalda en el quinto después de una falta muy fea de Donte DiVincenzo. El esloveno se movió con dificultades todo el resto del quinto partido.
Pero lo peor, el anuncio más sorprendente y negativo de todos, lo protagonizó LeBron James, que sufrió un esguince de rodilla de grado 2 en ese último partido, después de un golpe pierna contra pierna con, otra vez, DiVincenzo. Se trata de una lesión que obliga a parar un mínimo de tres semanas y, en una situación de recuperación óptima, hasta cinco o seis. Así que el alero no habría jugado más en la serie aunque se hubiera alargado. Ni en las siguientes si las hubiera habido.
Así que la situación era todavía peor de lo que parecía para un equipo que se caía a pedazos y que tenía a sus tres principales lesionados (LeBron, Reaves) o tocados (Doncic). El golpe de gracia contra un rival que, en todo caso, fue superior y se ganó con toda justicia el billete para las semifinales del Oeste.
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