Bienestar
Qué es la frustración y por qué se produce: origen, causas y efectos de una emoción incómoda

¿Alguna vez has intentado abrir un tarro de mermelada que no cede o has desistido tras probar a resolver un puzzle de mil piezas del que una de ellas está misteriosamente desaparecida? Si solo de pensarlo te agitas en el asiento, déjame decirte que esa sensación se llama frustración . Pero, ¿En qué consiste esta emoción?, ¿Ante qué estímulos aparece? ¿Qué efectos tiene sobre otros comportamientos? Este artículo revela cómo funciona esa sensación de querer arrojar el tarro de mermelada por la ventana.Los estudios sobre la frustración comenzaron alrededor de 1950 con investigaciones con animales a los que se les presentaba un problema irresoluble del que no podían escapar, a pesar de mostrarse intensamente motivados por responder (Maier, 1949). Este tipo de experimentos son una prueba de que la motivación por alcanzar una meta y la i ncapacidad para lograrlo son los elementos clave en el entendimiento de esta emoción, también conocida como impotencia o «coraje». Fue Abram Amsel en 1992 quien desarrolló la ‘ Teoría de la frustración ‘ y definió esta emoción como el estado del organismo que se desencadena cuando un sujeto experimenta una devaluación sorpresiva en la calidad o cantidad de un reforzador apetitivo en presencia de señales previamente asociadas a un reforzador de mayor magnitud. Así es, una de las características fundamentales en la comprensión de este fenómeno es el papel de las expectativas de refuerzo . Los individuos construyen expectativas más o menos realistas del objetivo que quieren conseguir o la necesidad que desean satisfacer. De hecho, resulta imposible pretender que una persona no anticipe los resultados de sus acciones o la de otros. Sin embargo, cuando estas creencias son difícilmente alcanzables dado el contexto o dependen de factores sobre los que no se posee control, el grado de frustración irá en aumento y con ello, sus consecuencias, entre las que se ha encontrado las conductas agresivas e impulsivas , el abuso de sustancias , problemas para concentrarse o conciliar el sueño y a fecciones a nivel inmunológico y cardíaco (Mustaca, 2001).Noticias relacionadas estandar No Cuando el éxito ajeno duele: la ciencia detrás de la envidia Jesús Matos estandar No La importancia de recordar: la nostalgia como refugio y motor Inés Pérez Romero¿Se puede evitar la frustración?Por eso, ¿si queremos evitar la frustración debemos evitar las expectativas? Ni mucho menos. Las expectativas son aprendidas en un contexto y su seguimiento nos sirve para adaptarnos a nuestro ambiente, sin embargo, cuando el cumplimiento de tales reglas (aprendidas del entorno, instruidas por otros o autogeneradas), nos acarrea un sufrimiento intenso y nos impide seguir con nuestra vida con normalidad, es importante ponerlas en duda y ajustarlas a nuestras condiciones y capacidades (Kamenetzky et al., 2009).Sobre el autor Ignacio Monteagudo. Ignacio Monteagudo González es Psicólogo General Sanitario, con formación en la Universidad de Extremadura y máster en la Universidad Autónoma de Madrid. Cuenta con experiencia en el ámbito clínico, trabajando con personas de todas las edades en formato presencial y online. Está especializado en intervención desde una perspectiva conductual-contextual y en análisis funcional de la conducta. Su enfoque terapéutico se centra en comprender las dificultades psicológicas como intentos de solución mantenidos por el contexto, promoviendo el cambio a través del conocimiento de los procesos de aprendizaje.Por tanto, el entrenamiento en tolerancia a la frustración pasará, inevitablemente, por desarrollar la capacidad de aceptar la discrepancia entre lo ideal y lo real y hacerle hueco al malestar. Una vez ahí, podemos poner en marcha conductas que nos acerquen a lo que es valioso para nosotros mediante la reevaluación de los objetivos iniciales , la distinción entre lo que podemos controlar y lo que no , el desarrollo de un plan de acción alternativo , la comunicación de nuestras necesidades , la generación de acuerdos con el otro o la solicitud de ayuda si nos sentimos sobrepasados.
¿Alguna vez has intentado abrir un tarro de mermelada que no cede o has desistido tras probar a resolver un puzzle de mil piezas del que una de ellas está misteriosamente desaparecida? Si solo de pensarlo te agitas en el asiento, déjame decirte que esa sensación se llama frustración . Pero, ¿En qué consiste esta emoción?, ¿Ante qué estímulos aparece? ¿Qué efectos tiene sobre otros comportamientos? Este artículo revela cómo funciona esa sensación de querer arrojar el tarro de mermelada por la ventana.Los estudios sobre la frustración comenzaron alrededor de 1950 con investigaciones con animales a los que se les presentaba un problema irresoluble del que no podían escapar, a pesar de mostrarse intensamente motivados por responder (Maier, 1949). Este tipo de experimentos son una prueba de que la motivación por alcanzar una meta y la i ncapacidad para lograrlo son los elementos clave en el entendimiento de esta emoción, también conocida como impotencia o «coraje». Fue Abram Amsel en 1992 quien desarrolló la ‘ Teoría de la frustración ‘ y definió esta emoción como el estado del organismo que se desencadena cuando un sujeto experimenta una devaluación sorpresiva en la calidad o cantidad de un reforzador apetitivo en presencia de señales previamente asociadas a un reforzador de mayor magnitud. Así es, una de las características fundamentales en la comprensión de este fenómeno es el papel de las expectativas de refuerzo . Los individuos construyen expectativas más o menos realistas del objetivo que quieren conseguir o la necesidad que desean satisfacer. De hecho, resulta imposible pretender que una persona no anticipe los resultados de sus acciones o la de otros. Sin embargo, cuando estas creencias son difícilmente alcanzables dado el contexto o dependen de factores sobre los que no se posee control, el grado de frustración irá en aumento y con ello, sus consecuencias, entre las que se ha encontrado las conductas agresivas e impulsivas , el abuso de sustancias , problemas para concentrarse o conciliar el sueño y a fecciones a nivel inmunológico y cardíaco (Mustaca, 2001).Noticias relacionadas estandar No Cuando el éxito ajeno duele: la ciencia detrás de la envidia Jesús Matos estandar No La importancia de recordar: la nostalgia como refugio y motor Inés Pérez Romero¿Se puede evitar la frustración?Por eso, ¿si queremos evitar la frustración debemos evitar las expectativas? Ni mucho menos. Las expectativas son aprendidas en un contexto y su seguimiento nos sirve para adaptarnos a nuestro ambiente, sin embargo, cuando el cumplimiento de tales reglas (aprendidas del entorno, instruidas por otros o autogeneradas), nos acarrea un sufrimiento intenso y nos impide seguir con nuestra vida con normalidad, es importante ponerlas en duda y ajustarlas a nuestras condiciones y capacidades (Kamenetzky et al., 2009).Sobre el autor Ignacio Monteagudo. Ignacio Monteagudo González es Psicólogo General Sanitario, con formación en la Universidad de Extremadura y máster en la Universidad Autónoma de Madrid. Cuenta con experiencia en el ámbito clínico, trabajando con personas de todas las edades en formato presencial y online. Está especializado en intervención desde una perspectiva conductual-contextual y en análisis funcional de la conducta. Su enfoque terapéutico se centra en comprender las dificultades psicológicas como intentos de solución mantenidos por el contexto, promoviendo el cambio a través del conocimiento de los procesos de aprendizaje.Por tanto, el entrenamiento en tolerancia a la frustración pasará, inevitablemente, por desarrollar la capacidad de aceptar la discrepancia entre lo ideal y lo real y hacerle hueco al malestar. Una vez ahí, podemos poner en marcha conductas que nos acerquen a lo que es valioso para nosotros mediante la reevaluación de los objetivos iniciales , la distinción entre lo que podemos controlar y lo que no , el desarrollo de un plan de acción alternativo , la comunicación de nuestras necesidades , la generación de acuerdos con el otro o la solicitud de ayuda si nos sentimos sobrepasados.