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El Olympiacos y la remontada imposible de Estambul

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El CSKA 2011-12 es posiblemente uno de los mejores equipos que se ha visto en la Euroliga. El club ruso, poder tradicional del Viejo Continente, decidió dar una vuelta de tuerca a su plantilla durante el verano de 2011. A jugadores de la talla de Ramunas Siskauskas y Victor Khryapa unieron otros aún más temibles como Milos Teodosic (Olympiacos) y Darjus Lavrinovic (Fenerbahçe) desde el Olympiacos y el Fenerbahçe, respectivamente.

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​El equipo griego se alzó en 2012 con la Euroliga imposible tras remontar 19 puntos al CSKA de Kirilenko, Teodosic, Krstic…  

El CSKA 2011-12 es posiblemente uno de los mejores equipos que se ha visto en la Euroliga. El club ruso, poder tradicional del Viejo Continente, decidió dar una vuelta de tuerca a su plantilla durante el verano de 2011. A jugadores de la talla de Ramunas Siskauskas y Victor Khryapa unieron otros aún más temibles como Milos Teodosic (Olympiacos) y Darjus Lavrinovic (Fenerbahçe) desde el Olympiacos y el Fenerbahçe, respectivamente.

Pero ahí no quedó la cosa. Nenad Kristic retornaba a Europa desde la NBA (Oklahoma City Thunder y Boston Celtics). Y también el gran ruso, Andrei Kirilenko. AK-47 regresaba a casa tras 10 formidables temporadas en Utah Jazz, donde promedió 11,8 puntos y 5,5 rebotes, y entró tres veces en los mejores quintetos defensivos de la Liga norteamericana.

Moscú asustaba en busca de su séptima corona continental. La tercera en el siglo XXI. Y el inicio fue atronador: 10-0 en la fase regular y 6-1 en el Top-16. El CSKA enlazó entre esas dos etapas del curso 13 victorias antes de caer frente al Galatasaray. Los turcos y el Bilbao Basket (3-1 en cuartos) fueron los únicos que arañaron una derrota a los rusos en los 21 encuentros previos a la Final Four de Estambul (Turquía). En semifinales, el PAO hincó la rodilla tras meter miedo a los moscovitas (66-64).

Había la sensación de que podíamos ganar la Euroliga. Éramos el mejor equipo”, asegura Nenad Kristic, pívot de aquel CSKA, en un reportaje de la Euroliga en la que repasa esa final frente a ese Olympiacos que no asustaba… en principip: era una plantilla bisoña, muy remozada. Kyle Hines debutaba en El Pireo. Pero Antic, Joey Dorsey, Acie Law también. Georgios Printezis regresaba desde el Unicaja. Vassilis Spanoulis enlazaba su segunda temporada. Kostas Papanikolaou y Kostas Sloukas se mantenían de tiempos pasados.

“Cuando empezamos la temporada nadie tenía expectativas de que podíamos ir muy lejos”, dice Printezis. Y Oly no esfumó esa idea en su estreno. Seis victorias en los primeros diez partidos. Clasificación a cuartos tras un 3-3 en el Top-16. El Siena cayó 3-1 en el cruce. En semifinales, el Barcelona de un enorme Juan Carlos Navarro hizo sudar a los Dušan Ivković (68-64). El técnico había regresado al banquillo heleno 12 años después.

El serbio fue el último en levantar la Euroliga para el Olympiacos en 1997. 15 años después volvió a hacerlo en la final frente al titán ruso. Una final imposible. Una final que los griegos se llevaron después de remontar 19 puntos en tan solo 12 minutos: a las puertas del último cuarto, el CSKA había puesto el 53-34 después de cuatro triples. Teodosic, Khryapa y Kirilenko habían sido los ejecutores de un rival que temblaba… o no. “Éramos un grupo de chicos estaban hambrientos, motivados y nunca nos rendimos. Jugar hasta el final, nunca rendirse, era el ADN de este equipo”, asegura Spanoulis.

La remontada

Georgios Printezis, con aficionados del Olympiacos tras ganar la final de la Euroliga 2011-12 al CSKA Moscú.BULENT KILIC

Creíamos que podíamos ganar, incluso cuando estábamos 19 abajo. En 12 o 13 minutos todo puede pasar en baloncesto. Especialmente, en una final”, subraya Printezis, el gran héroe de esa noche en Estambul porque, poco a poco, el Oly creció en el duelo hasta ponerse a tan solo un punto a falta de 10 segundos. Siskauskas fue a la línea de personal: si anotaba los dos, el CSKA tendría al 99% el trofeo en el bolsillo.

Pero al lituano y a su 88% de acierto le temblaron la mano. Falló el primero. Fallo el segundo. Rebote Papanikolaou. Balón en manos de Spanoulis. Con un movimiento precioso, Kill Bill rompía a Teodosic y encontraba a su izquierda a Printezis, que con una bombita anotaba a 0,7 para estallido de la grada griega.

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“Nadie lo esperaba”, apunta Printezis. “Estaba en shock”, confiesa Spanoulis. Los dos héroes de una victoria que era imposible y que elevó al baloncesto griego a la cima de la Euroliga una temporada más.

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