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Bienestar

La psicóloga Mariel Buqué: «Para romper un ciclo tóxico en la familia, cambia cómo te afecta lo que hacen, no pretendas cambiarles»

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Cuando una herida no se cura, no solo sigue doliendo sino que, si se normaliza, puede llegar a infectar todo el cuerpo. Y esto es algo que no solo sucede con las heridas físicas, sino que también se da con las heridas emocionales que, cuando no se sanan, pueden causar un daño que se extiende a otras partes de la vida y de las relaciones (familia, amistad, compañeros de trabajo…); o incluso puede ir más allá y trascender en el tiempo, extendiendo su impacto a través de los años y las generaciones . Esto es precisamente lo que aborda la Dra. en Psicología Mariel Buqué en su obra ‘Esta herida no me pertenece’ (Diana), una guía en la que aporta recursos para sanar el llamado trauma generacional y muestra cómo se transmite de una generación a la siguiente y cómo se puede romper ese ciclo a través de prácticas terapéuticas tangibles, «dejando así a las generaciones venideras un legado de fortaleza y no de dolor». La autora, doctorada en Psicología por la Universidad de Columbia, explica que ese trauma, que puede estar arraigado en las experiencias de nuestros ancestros, puede ser la razón por la que algunas personas se distancian de sus familias, son complacientes con los demás o se enredan en relaciones tóxicas o codependientes. Este tipo de heridas, además, son complejas y pueden llegar a afectar de forma profunda. Por eso requieren un abordaje holístico como el que plantea la psicóloga en este libro. En muchas familias existen secretos, cosas que no se cuentan, temas de los que no se hablan o cuestiones que se normalizan aunque no sean tan normales, ¿Cómo se puede saber si eso puede estar escondiendo un trauma generacional?Es cierto que todo eso se da en muchas familias y que cuando uno trata de hacer preguntas o de tener un entendimiento más profundo de lo que sucede en el entorno familiar se encuentra con que hay algo dramático detrás. Sin embargo, lo que no se suele ser consciente de la existencia de ese tipo de trauma y, lógicamente, tampoco se tienen las herramientas para abordarlo. Hay muchas personas que, por ejemplo, sufrieron un duelo y tuvieron que lidiar con ello como pudieron. Eso hizo que no quedase resuelto y que, de alguna manera, el trauma se convirtiera en un legado que no solamente es psicológico o social, es decir, que no solo incluye cómo se relacionan ellos con otras personas, sino también cómo se han transformado. ¿En qué sentido?Cuando alguien intenta entender cómo se ha sentido durante el proceso de la vida, a veces puede ver que en realidad nunca ha sentido paz ni se ha sentido seguro ni ha sentido que recibía un amor profundo. Y esto es algo que en realidad solo puede verse cuando se enfoca desde la curiosidad hacia uno mismo y hacia su familia. De hecho puede darse el caso de que esa persona vea también que su madre tampoco sintió paz, ni seguridad ni amor. Y tal vez por esa razón, por no haber tenido un ejemplo o un modelo, le resulte difícil manifestar esa paz, esa seguridad y ese amor en las relaciones con sus hijos, por ejemplo. Incluso podría darse el caso de que dos o tres generaciones nunca hayan conocido la seguridad, la confianza, el amor o la ternura. Y ahí se puede ver que los patrones están ahí y que el trauma generacional se están dando dentro de esa familia. Se dice a menudo que es difícil amar o querer si nunca se ha recibido amor o cariño en la familia, especialmente si esa falta de amor procede de los padres, ¿esto es inevitable?No, no es inevitable porque hay personas que son capaces de mirar hacia atrás y a lo que no han podido recibir y determina que quieren hacer una vida diferente, ser otro tipo de padres o madres que no se parezca a lo que fueron sus padres. Es cierto que el único mapa que tienen es el que han adquirido, así que lo que intentan hacer es dar la vuelta a ese mapa para buscar una forma de ser dentro de sus familias que sea distinta a la que ellos vivieron.¿Qué sucede si, cuando le dan la vuelta a ese mapa, se van al otro extremo?Sí, eso puede suceder y además no le ayuda porque si es alguien que no recibió mucho amor, puede darse el caso de que acabe sobreprotegiendo y amando a sus hijos de una manera que no les beneficie. Pero si se hace de una forma equilibrada, ésa sería una forma de intentar desactivar el trauma del pasado. «El ciclo del abuso (o chantaje emocional) es algo increíblemente común en las familias con trauma generacional» Dra. Mariel Buque Dra. en Psicología y autora¿Pensó en su propia familia al escribir ‘Esta herida no me pertenece’?Quise que fuese una obra que pudiese entender cualquier persona y también pensé en mis padres, pues quería que fuesen conscientes de sus propios patrones y que pudiesen buscar formas de lidiar con el pasado de una forma que, como terapeuta y psicóloga, sé que funciona y ayuda a las personas a sanar al menos una parte del dolor que no se ha resuelto dentro de la familia. Por eso lo escribí como si fuera una conversación con una persona con la que me estuviera tomando un café y en esa charla pudiera explicarle cosas de una forma sencilla y clara. En su libro habla de dinámicas familiares que pueden ser dañinas o perjudiciales, ¿puede dar algunos ejemplos?Muchas de esas dinámicas han sido normalizadas dentro de la familia y también dentro de las comunidades más amplias porque llegan a generar unos supuestos valores que en realidad son dañinos. Y lo cierto es que hay muchas dinámicas que son específicas de cada familia. Pero las que se pueden aplicar en general o que, de alguna manera, pueden ser más universales, son las que tienen que ver con el ciclo del abuso y con esas personas tóxicas dentro de la familia que parecen mostrar mucho cariño pero en realidad no lo hacen de corazón sino con el objetivo de aislarte. En esos casos el amor no es auténtico, sino que esas personas entregan ese supuesto cariño al otro como una forma de abuso y de buscar formas de perjudicarle, hablarle mal y aprovecharse de esa persona. De hecho, una dinámica frecuente es que una vez que han hecho el daño piden un perdón que parece sincero pero que en realidad es falso y solo busca atraer a esa persona de nuevo para seguir haciéndole daño. ¿Puede darse eso incluso entre padres e hijos?Sí, por supuesto. Algunos padres tienen esa forma tóxica o incluso narcisista de ser y aplican ese ciclo a todas las relaciones de su vida, incluidas las que tienen con sus hijos. Esa es una dinámica que siempre será disfuncional y siempre perjudicará a las familias. El ciclo del abuso (ese abuso de poder o chantaje emocional del que hemos hablado) tiene su propio capítulo en el libro porque es algo increíblemente común en las familias con trauma generacional.Noticias relacionadas estandar Si Tomas Navarro, psicólogo: «Más acción y menos queja: pasemos del victimismo al protagonismo» Raquel Alcolea estandar Si Sandeep Jauhar, el médico que ayuda contando cómo vivió el Alzheimer de su padre Raquel AlcoleaAlgo que sucede con la palabra «abuso» es que se suele relacionar con el abuso sexual o físico, pero usted hace referencia esas múltiples variantes de abuso…Hay muchos tipos de abuso, emocional, verbal, social… Y esos también tienen que reconocerse porque pueden llegar a otros abusos más grabes y por eso es importante reconocer los patrones que no son tan obvios. Pues algo que se da a menudo es que algunos de esos patrones pueden estar entremezclados con las costumbres de la familia o incluso de la comunidad desde siempre, por ejemplo. Y todas esas cosas son las que se normalizan. Por eso para identificarlas es importante hacer preguntas nuevas y entender el origen de esas costumbres para valorar si son dañinas. Y en el caso de que lo sean conviene entenderlas para cambiarlas porque lo más probable es que si continúan dándose las costumbres que dañan a la familia y nos causan mucho dolor a nosotros. En cuanto a las más específicas, ¿qué tipo de dinámicas podrían darse?Algo que se da a veces es que dentro del entorno familiar sea frecuente hablar del cuerpo de las personas de la familia, de su peso o de su aspecto, especialmente si alguna tiene sobrepeso, e incluso llegan a opinar sobre lo que debería o no hacer en ese sentido. Pero eso perjudica a esa persona porque daña su autoestima y puede llegar a generar trastornos con la alimentación o cambiar su relación con la comida. También se dan casos de codependencia dentro de la familia, es decir, que esas personas dependen de otros miembros de la familia para sentirse mejor. No saben cómo autoayudarse cuando tienen un día feo o se sienten mal. Puede darse el caso, incluso, de que algunos padres busquen que sean sus hijos los que les hagan sentirse mejor. Estos serían algunos ejemplos, pero en realidad se pueden encontrar muchos tipos de trauma generacional. En su obra revela que esas figuras de cambio dentro de las familias son los «rompeciclos», ¿Cómo se convierte una persona en uno de ellos?Una persona que ya es consciente de que quiere romper un ciclo y se autodenomina como tal ya ha dado el primer paso. El segundo paso es reconocer los patrones que están dentro de la familia que no han sido resueltos y que se están introduciendo ya en la siguiente generación. El reconocimiento de patrones es una herramienta poderosa porque no se puede sanar lo que no se ve. Si no se ve como un problema, no se prestará la atención que merece. En mi familia, por ejemplo, cuando mi hermana y yo identificamos y reconocemos algunos patrones que siguen surgiendo dentro de nuestra familia hablamos de ello e incluso podemos llegar a bromear sobre lo que está ocurriendo. Reconocer esa norma o ese patrón en lugar de vivir bajo él sin entender lo que está pasando es algo increíblemente poderoso. Por eso al escribir el libro quise explicar con detalle los patrones que pueden darse, pues de esta manera puedo ayudar a que las personas los reconozcan. Y cuando ya se ha reconocido, ¿qué se hace?No basta con reconocerlo, pues será necesario actuar, por ejemplo, hablando con un familiar. Pero eso se ha de hacer cuando se hayan procesado muchas de las emociones que se viven en un trauma generacional. Algunas personas toman la determinación de ser diferentes padres o madres de lo que fueron los suyos. Y esa intención puede ser también efectiva. Cuando se identifica que existe un trauma generacional en la familia, ¿se puede ayudar?Una parte de lo que se puede hacer es que esa persona aprenda a tener una reacción emocional diferente a la que ha tenido en el pasado. Esto es algo que se puede ver especialmente cuando llega una fiesta familiar pues siempre surge esa pregunta: «¿Cómo voy a ir a casa de tal o cual persona de mi familia y lograr que las interacciones no sean tóxicas? Y algo que hay que tener en cuenta es que el 99% de las personas tendrán en su familia a personas que no quieren cambiar y van a seguir con la misma dinámica tanto en los eventos como en los cumpleaños como en cualquier encuentro familiar. Pero lo que sí se puede cambiar, lo que puede ser diferente es cómo reaccionamos ante ello. Por eso me gusta enfocarme en los rompeciclos, porque son las personas que pueden integrarse en la familia reaccionando ante los patrones de una manera distinta. Para romper un ciclo tóxico en la familia, cambia cómo te afecta lo que hace el otro, no pretendas cambiarle.

​Cuando una herida no se cura, no solo sigue doliendo sino que, si se normaliza, puede llegar a infectar todo el cuerpo. Y esto es algo que no solo sucede con las heridas físicas, sino que también se da con las heridas emocionales que, cuando no se sanan, pueden causar un daño que se extiende a otras partes de la vida y de las relaciones (familia, amistad, compañeros de trabajo…); o incluso puede ir más allá y trascender en el tiempo, extendiendo su impacto a través de los años y las generaciones . Esto es precisamente lo que aborda la Dra. en Psicología Mariel Buqué en su obra ‘Esta herida no me pertenece’ (Diana), una guía en la que aporta recursos para sanar el llamado trauma generacional y muestra cómo se transmite de una generación a la siguiente y cómo se puede romper ese ciclo a través de prácticas terapéuticas tangibles, «dejando así a las generaciones venideras un legado de fortaleza y no de dolor». La autora, doctorada en Psicología por la Universidad de Columbia, explica que ese trauma, que puede estar arraigado en las experiencias de nuestros ancestros, puede ser la razón por la que algunas personas se distancian de sus familias, son complacientes con los demás o se enredan en relaciones tóxicas o codependientes. Este tipo de heridas, además, son complejas y pueden llegar a afectar de forma profunda. Por eso requieren un abordaje holístico como el que plantea la psicóloga en este libro. En muchas familias existen secretos, cosas que no se cuentan, temas de los que no se hablan o cuestiones que se normalizan aunque no sean tan normales, ¿Cómo se puede saber si eso puede estar escondiendo un trauma generacional?Es cierto que todo eso se da en muchas familias y que cuando uno trata de hacer preguntas o de tener un entendimiento más profundo de lo que sucede en el entorno familiar se encuentra con que hay algo dramático detrás. Sin embargo, lo que no se suele ser consciente de la existencia de ese tipo de trauma y, lógicamente, tampoco se tienen las herramientas para abordarlo. Hay muchas personas que, por ejemplo, sufrieron un duelo y tuvieron que lidiar con ello como pudieron. Eso hizo que no quedase resuelto y que, de alguna manera, el trauma se convirtiera en un legado que no solamente es psicológico o social, es decir, que no solo incluye cómo se relacionan ellos con otras personas, sino también cómo se han transformado. ¿En qué sentido?Cuando alguien intenta entender cómo se ha sentido durante el proceso de la vida, a veces puede ver que en realidad nunca ha sentido paz ni se ha sentido seguro ni ha sentido que recibía un amor profundo. Y esto es algo que en realidad solo puede verse cuando se enfoca desde la curiosidad hacia uno mismo y hacia su familia. De hecho puede darse el caso de que esa persona vea también que su madre tampoco sintió paz, ni seguridad ni amor. Y tal vez por esa razón, por no haber tenido un ejemplo o un modelo, le resulte difícil manifestar esa paz, esa seguridad y ese amor en las relaciones con sus hijos, por ejemplo. Incluso podría darse el caso de que dos o tres generaciones nunca hayan conocido la seguridad, la confianza, el amor o la ternura. Y ahí se puede ver que los patrones están ahí y que el trauma generacional se están dando dentro de esa familia. Se dice a menudo que es difícil amar o querer si nunca se ha recibido amor o cariño en la familia, especialmente si esa falta de amor procede de los padres, ¿esto es inevitable?No, no es inevitable porque hay personas que son capaces de mirar hacia atrás y a lo que no han podido recibir y determina que quieren hacer una vida diferente, ser otro tipo de padres o madres que no se parezca a lo que fueron sus padres. Es cierto que el único mapa que tienen es el que han adquirido, así que lo que intentan hacer es dar la vuelta a ese mapa para buscar una forma de ser dentro de sus familias que sea distinta a la que ellos vivieron.¿Qué sucede si, cuando le dan la vuelta a ese mapa, se van al otro extremo?Sí, eso puede suceder y además no le ayuda porque si es alguien que no recibió mucho amor, puede darse el caso de que acabe sobreprotegiendo y amando a sus hijos de una manera que no les beneficie. Pero si se hace de una forma equilibrada, ésa sería una forma de intentar desactivar el trauma del pasado. «El ciclo del abuso (o chantaje emocional) es algo increíblemente común en las familias con trauma generacional» Dra. Mariel Buque Dra. en Psicología y autora¿Pensó en su propia familia al escribir ‘Esta herida no me pertenece’?Quise que fuese una obra que pudiese entender cualquier persona y también pensé en mis padres, pues quería que fuesen conscientes de sus propios patrones y que pudiesen buscar formas de lidiar con el pasado de una forma que, como terapeuta y psicóloga, sé que funciona y ayuda a las personas a sanar al menos una parte del dolor que no se ha resuelto dentro de la familia. Por eso lo escribí como si fuera una conversación con una persona con la que me estuviera tomando un café y en esa charla pudiera explicarle cosas de una forma sencilla y clara. En su libro habla de dinámicas familiares que pueden ser dañinas o perjudiciales, ¿puede dar algunos ejemplos?Muchas de esas dinámicas han sido normalizadas dentro de la familia y también dentro de las comunidades más amplias porque llegan a generar unos supuestos valores que en realidad son dañinos. Y lo cierto es que hay muchas dinámicas que son específicas de cada familia. Pero las que se pueden aplicar en general o que, de alguna manera, pueden ser más universales, son las que tienen que ver con el ciclo del abuso y con esas personas tóxicas dentro de la familia que parecen mostrar mucho cariño pero en realidad no lo hacen de corazón sino con el objetivo de aislarte. En esos casos el amor no es auténtico, sino que esas personas entregan ese supuesto cariño al otro como una forma de abuso y de buscar formas de perjudicarle, hablarle mal y aprovecharse de esa persona. De hecho, una dinámica frecuente es que una vez que han hecho el daño piden un perdón que parece sincero pero que en realidad es falso y solo busca atraer a esa persona de nuevo para seguir haciéndole daño. ¿Puede darse eso incluso entre padres e hijos?Sí, por supuesto. Algunos padres tienen esa forma tóxica o incluso narcisista de ser y aplican ese ciclo a todas las relaciones de su vida, incluidas las que tienen con sus hijos. Esa es una dinámica que siempre será disfuncional y siempre perjudicará a las familias. El ciclo del abuso (ese abuso de poder o chantaje emocional del que hemos hablado) tiene su propio capítulo en el libro porque es algo increíblemente común en las familias con trauma generacional.Noticias relacionadas estandar Si Tomas Navarro, psicólogo: «Más acción y menos queja: pasemos del victimismo al protagonismo» Raquel Alcolea estandar Si Sandeep Jauhar, el médico que ayuda contando cómo vivió el Alzheimer de su padre Raquel AlcoleaAlgo que sucede con la palabra «abuso» es que se suele relacionar con el abuso sexual o físico, pero usted hace referencia esas múltiples variantes de abuso…Hay muchos tipos de abuso, emocional, verbal, social… Y esos también tienen que reconocerse porque pueden llegar a otros abusos más grabes y por eso es importante reconocer los patrones que no son tan obvios. Pues algo que se da a menudo es que algunos de esos patrones pueden estar entremezclados con las costumbres de la familia o incluso de la comunidad desde siempre, por ejemplo. Y todas esas cosas son las que se normalizan. Por eso para identificarlas es importante hacer preguntas nuevas y entender el origen de esas costumbres para valorar si son dañinas. Y en el caso de que lo sean conviene entenderlas para cambiarlas porque lo más probable es que si continúan dándose las costumbres que dañan a la familia y nos causan mucho dolor a nosotros. En cuanto a las más específicas, ¿qué tipo de dinámicas podrían darse?Algo que se da a veces es que dentro del entorno familiar sea frecuente hablar del cuerpo de las personas de la familia, de su peso o de su aspecto, especialmente si alguna tiene sobrepeso, e incluso llegan a opinar sobre lo que debería o no hacer en ese sentido. Pero eso perjudica a esa persona porque daña su autoestima y puede llegar a generar trastornos con la alimentación o cambiar su relación con la comida. También se dan casos de codependencia dentro de la familia, es decir, que esas personas dependen de otros miembros de la familia para sentirse mejor. No saben cómo autoayudarse cuando tienen un día feo o se sienten mal. Puede darse el caso, incluso, de que algunos padres busquen que sean sus hijos los que les hagan sentirse mejor. Estos serían algunos ejemplos, pero en realidad se pueden encontrar muchos tipos de trauma generacional. En su obra revela que esas figuras de cambio dentro de las familias son los «rompeciclos», ¿Cómo se convierte una persona en uno de ellos?Una persona que ya es consciente de que quiere romper un ciclo y se autodenomina como tal ya ha dado el primer paso. El segundo paso es reconocer los patrones que están dentro de la familia que no han sido resueltos y que se están introduciendo ya en la siguiente generación. El reconocimiento de patrones es una herramienta poderosa porque no se puede sanar lo que no se ve. Si no se ve como un problema, no se prestará la atención que merece. En mi familia, por ejemplo, cuando mi hermana y yo identificamos y reconocemos algunos patrones que siguen surgiendo dentro de nuestra familia hablamos de ello e incluso podemos llegar a bromear sobre lo que está ocurriendo. Reconocer esa norma o ese patrón en lugar de vivir bajo él sin entender lo que está pasando es algo increíblemente poderoso. Por eso al escribir el libro quise explicar con detalle los patrones que pueden darse, pues de esta manera puedo ayudar a que las personas los reconozcan. Y cuando ya se ha reconocido, ¿qué se hace?No basta con reconocerlo, pues será necesario actuar, por ejemplo, hablando con un familiar. Pero eso se ha de hacer cuando se hayan procesado muchas de las emociones que se viven en un trauma generacional. Algunas personas toman la determinación de ser diferentes padres o madres de lo que fueron los suyos. Y esa intención puede ser también efectiva. Cuando se identifica que existe un trauma generacional en la familia, ¿se puede ayudar?Una parte de lo que se puede hacer es que esa persona aprenda a tener una reacción emocional diferente a la que ha tenido en el pasado. Esto es algo que se puede ver especialmente cuando llega una fiesta familiar pues siempre surge esa pregunta: «¿Cómo voy a ir a casa de tal o cual persona de mi familia y lograr que las interacciones no sean tóxicas? Y algo que hay que tener en cuenta es que el 99% de las personas tendrán en su familia a personas que no quieren cambiar y van a seguir con la misma dinámica tanto en los eventos como en los cumpleaños como en cualquier encuentro familiar. Pero lo que sí se puede cambiar, lo que puede ser diferente es cómo reaccionamos ante ello. Por eso me gusta enfocarme en los rompeciclos, porque son las personas que pueden integrarse en la familia reaccionando ante los patrones de una manera distinta. Para romper un ciclo tóxico en la familia, cambia cómo te afecta lo que hace el otro, no pretendas cambiarle.   

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