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José «Pepe» Mujica: adiós al ícono de la austeridad

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​Fue guerrillero, pasó 13 años en mazmorras militares, fue diputado, senador, ministro, presidente de su país, estrella pop de la política mundial, y «el presidente más pobre del mundo».  

José «Pepe» Mujica fue una figura imprescindible en la política de Uruguay, hasta el final. En 2019, ganó un escaño senatorial encabezando la lista más votada de su conglomerado. Y hasta trató de salvar la candidatura presidencial del Frente Amplio, aceptando ocupar un Ministerio si triunfaba. No fue así. Pero probablemente eso haya sido un alivio para este ícono de la izquierda, que un año antes había renunciado al Senado para tomarse «una licencia antes de morir de viejo». Se retiró definitivamente de la política en octubre de 2020 para dedicarse a la militancia popular. Murió de cáncer de esófago este 13 de mayo de 2025, a los 89 años.

En enero de 2025 había anunciado que la expansión de su enfermedad le había hecho decidir que ya no se sometería a más tratamientos: «Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso», dijo. Su esposa, Lucía Topolansky, quien fuera primera dama y luego vicepresidenta de Uruguay (2017-2020), anunció hoy, 13 de mayo, que José Mujica estaba recibiendo cuidados paliativos en la fase terminal de su cáncer.

El expresidente uruguayo José «Pepe» Mujica, fallecido este martes 15 de mayo de 2025, sufría de un cáncer de esófago, hecho que dio a conocer públicamente en abril de 2024.Imagen: Ximena Borrazas/ZUMA Wire/IMAGO

Al dar él mismo a conocer públicamente que estaba enfermo, en abril de 2024, recibió muestras de afecto y reconocimiento por parte de artistas (en Instagram bajo #unacancionparapepe), así como de políticos y diplomáticos latinoamericanos y del mundo.

Picardía, franqueza y una vida austera

José «Pepe» Mujica despertó simpatías en todo el mundo. Desde la prensa internacional, pasando por estrellas del pop, hasta políticos de primer rango, no hubo quien escapara a su carisma, basado en la franqueza, la picardía, las palabras sin rodeos y una vivida austeridad, en una sociedad global sacudida a menudo por los escándalos, la corrupción y el doble discurso. 

Más admirado fue en el exterior que en su país, donde la proximidad permitía ver más los claroscuros de una personalidad compleja, capaz de decir una cosa y la contraria, defender al mismo tiempo la democracia y la revolución socialista, la libre empresa y la Cuba de los Castro, la guerrilla y el Parlamento, el anticapitalismo y una política económica ortodoxa.

Esa ubicuidad lo llevó a hacer buenas migas tanto con Barack Obama como con Nicolás Maduro, Aerosmith y Ricky Martin. Se autodefinió como un «animal político», y lo demostró hasta el final de sus días. En 2016 fue mediador en las negociaciones de paz en Cuba entre la guerrilla colombiana de las FARC y el Gobierno de Colombia.

Tres de sus proyectos quedan, sobre todo, en la memoria del mundo, que miró asombrado hacia un pequeño país casi en el fin del mapa: la legalización del aborto, a finales de 2012; el matrimonio homosexual, en 2013 y, a fines de ese mismo año, la legalización del uso recreativo de la marihuana, con Uruguay como primer Estado plantador de cannabis del globo. «El mundo tiene que aceptar ciertas cosas que son inalterables», dijo al respecto de esas decisiones, que para él no eran ni de izquierda, sino simplemente una cuestión de sentido común.

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De éxitos y fracasos

No tanta trascendencia mundial, pero tanto más enojo a nivel nacional tuvieron otros proyectos que terminaron en fracaso: una imprescindible reforma educativa que no llegó a implementarse, la planeada construcción de una regasificadora que resultó inviable, un puerto de aguas profundas que jamás llegó a concretarse y un considerable déficit fiscal al final de su periodo. 

José Mujica nació en Montevideo, Uruguay, el 20 de mayo de 1935, de padre descendiente de inmigrantes vascos y madre de origen italiano.  Su padre era un pequeño estanciero, que cayó en la ruina y murió en 1940. Desde pequeño, Mujica trabajó junto a su hermana en la granja de floricultura paterna. Interrumpió sus estudios antes de terminar la secundaria para comprometerse cada vez más con el movimiento estudiantil.

El presidente de Brasil, Lula da Silva, coloca a José Mujica la «Orden de la Cruz del Sur». A la derecha, la esposa de Mujica, Lucía Topolansky, y el presidente electo de Uruguay, Yamandú Orsi. (5.12.2024).Imagen: Mariana Greif/REUTERS

La carrera política del joven Mujica comenzó en el Partido Nacional (conservador). En 1962 pasa a filas de la Unión Popular, próxima al Partido Socialista, que en las elecciones solo obtiene el 2,3 por ciento de los votos. 

En medio de una crisis económica, desilusionados por la política conservadora y la falta de ideas de los gobernantes de la época, e inspirados en la Revolución Cubana y la mítica figura del Che Guevara, a comienzos de los 60 se forma el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla urbana a la que Mujica adhiere desde la primera hora. 

Seis impactos de bala y aislamiento en pozos de tierra

En el transcurso de diversas acciones, Mujica recibe seis impactos de bala. En 1969 participa en la ocupación de la pequeña ciudad de Pando, en las cercanías de Montevideo. Es arrestado en cuatro ocasiones y en 1971 logra evadirse, junto con otros 110 presos, en su mayoría políticos, de una cárcel en medio de Montevideo. 

Un año después es recapturado y condenado por un tribunal militar. Después del golpe de Estado militar de 1973 es trasladado a un cuartel. En pocos meses, los Tupamaros habían sido derrotados militarmente y su organización, completamente desbaratada.

Mujica pasa 13 años en completo aislamiento en diversos cuarteles, en parte, en pozos en la tierra. Fue uno de los nueve dirigentes tupamaros prisioneros que la dictadura militar llamaba «rehenes»: personas que serían inmediatamente fusiladas en caso de que la guerrilla reiniciara sus acciones militares. 

José «Pepe» Mujica recibió el Doctorado honoris causa de la Universidad de Río Cuarto, en Córdoba, Argentina, en junio de 2022.Imagen: PABLO PORCIUNCULA/AFP

Liberación e integración en la política

En 1985, con el restablecimiento de la democracia en el país, Mujica es liberado. Algunos años después, junto con otros dirigentes tupamaros, crea el Movimiento de Participación Popular, dentro de la coalición de izquierda Frente Amplio. En 1994 es elegido diputado y en 1999, senador. En 2005 es nombrado ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca. En las elecciones de 2009 es elegido presidente de la República, cargo que ejerce hasta el 2015. 

Es el comienzo de una carrera mediática sin igual a nivel internacional. A menudo es calificado como el «presidente más pobre del mundo». Efectivamente, donaba el 90 por ciento sus ingresos para fines caritativos y rechazó vivir en la residencia presidencial, optando por quedarse en su sencilla granja.

Manejaba un «escarabajo» color celeste de 1987, por el que, después de haber adquirido fama, le ofrecieron mucho dinero, que rechazó. Quedan en la memoria colectiva sus apariciones en público como presidente en el Gabinete de Uruguay vestido sobriamente con un sencillo saco de lana, sin corbata, con unos pantalones gastados y sus sandalias.

El boom global de Mujica explota en junio de 2012, cuando en la Cumbre sobre Desarrollo Sostenible Río+20, deja boquiabierto al mundo con un discurso filosófico contra el consumismo y el despilfarro de los recursos naturales.

Entre el consumo y la libertad

Ese fue desde entonces el leitmotiv de su pensamiento político, que no se cansó de repetir. En septiembre de 2013, en un histórico discurso de 45 minutos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, puso nuevamente en tela de juicio la civilización de consumo: «Parecería que hemos nacido sólo para consumir y consumir, y cuando no podemos, cargamos con la frustración, la pobreza y la autoexclusión».

En su serie de más de 100 videocolumnas «Conciencia Sur» en DW Español, José Mujica siguió analizando la realidad política global desde agosto de 2016 hasta diciembre de 2024 desde el jardín de su «chacra», o desde su pequeño cuarto de trabajo.

«Cuando compras algo, no lo compras con dinero, sino con el tiempo de vida que tuviste que gastar para tener ese dinero. Pero con la diferencia de que la única cosa que no se puede comprar es la vida. La vida se gasta. Y es miserable gastar la vida para perder libertad». Esa es la esencia de la última enseñanza que nos deja José Mujica.

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(cp/rml)

   Fue guerrillero, pasó 13 años en mazmorras militares, fue diputado, senador, ministro, presidente de su país, estrella pop de la política mundial, y «el presidente más pobre del mundo». 

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