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Senna no fue el único: quién fue Roland Ratzenberger, el otro piloto fallecido en Ímola 1994

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Fue uno de los fines de semana más negros en la historia de la Fórmula 1. Un deporte que persigue el espectáculo llevando los coches más rápidos del planeta al límite, se cubrió de lágrimas en el Enzo e Dino Ferrari de Ímola durante aquel gran premio de 1994. Ese domingo, 1 de mayo, en la carrera del GP de San Marino, quizá la mayor estrella que ha dado el Mundial, Ayrton Senna, perdía la vida en un choque mortal con su Williams. Pero el día anterior, la tragedia ya había sacudido al paddock con otro accidente fatal, el de Roland Ratzenberger.

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En el fin de semana más negro de la historia del Mundial, el austriaco perdió la vida en un accidente fatal un día antes del que sufrió la leyenda brasileña.  

Fue uno de los fines de semana más negros en la historia de la Fórmula 1. Un deporte que persigue el espectáculo llevando los coches más rápidos del planeta al límite, se cubrió de lágrimas en el Enzo e Dino Ferrari de Ímola durante aquel gran premio de 1994. Ese domingo, 1 de mayo, en la carrera del GP de San Marino, quizá la mayor estrella que ha dado el Mundial, Ayrton Senna, perdía la vida en un choque mortal con su Williams. Pero el día anterior, la tragedia ya había sacudido al paddock con otro accidente fatal, el de Roland Ratzenberger.

La F1 regresa esta semana a Ímola para disputar la séptima cita de la temporada y siempre que pisa ese histórico circuito lo hace con el inevitable recuerdo de ambos pilotos. El de Senna, por su evidente mayor trascendencia, es el primero que viene a la cabeza, pero el austriaco, el gran olvidado de aquel drama de 1994 como dicen algunos, también ocupa una parte inamovible en la memoria del campeonato del mundo. Con Ratzenberger se acabó un periodo de casi ocho años sin accidentes mortales en la F1, el más largo que había vivido desde su creación en 1950.

Después de participar en cinco ocasiones en las 24 Horas de Le Mans y de buscarse la vida en la Fórmula 3000 de Japón, a los 33 años el austriaco al fin consiguió la forma de hacer realidad su sueño de ser piloto de F1 con el modesto equipo Simtek. Firmó un contrato para los cinco primeros grandes premios de 1994. En el primero de Brasil, no logró clasificarse. En el segundo del Pacífico en Aida (Japón), lo hizo en la última posición de la parrilla y logró sobrevivir a una carrera con 15 abandonos para ser 11º. Y la de San Marino, la tercera, resultaría ser también la última.

Roland Ratzenberger, con el Simtek en la temporada 1994 de F1.Getty Images

El sábado 30 de abril, en la segunda sesión de clasificación en la que luchaba por meterse de nuevo en la parrilla, Ratzenberger perdió una parte de su alerón delantero, dañado en una excursión fuera de pista poco antes, cuando se dirigía a la curva Villeneuve a unos 300 km/h y chocó violentamente contra el muro. La ayuda llegó en apenas medio minuto, con Sid Watkins, histórico delegado médico de la FIA, a la cabeza, y se encontraron al piloto en paro cardiaco. Pese a los desesperados intentos de reanimación, no pudieron hacer nada por salvar su vida.

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La tragedia que se había rozado la jornada anterior, el viernes, en otro accidente gravísimo de Barrichello al salir despedido de un piano hacia otro muro del circuito, golpeó a la F1 de forma definitiva con el fallecimiento, prácticamente instantáneo, de Ratzenberger. Un hecho que afectó de forma especial a un Senna que, por casualidades de un caprichoso destino, también perdería la vida en otro choque el día después tras el que le encontraron una bandera austriaca en el cockpit con la que pretendía dedicar su carrera a su compañero fallecido. Una historia que, por mucho que se recuerda, nunca deja de doler.

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