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Mundo Motor

SUV y peatones: ¿Por qué el peligro se dispara (especialmente para niños)?

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Cada día que pasa, los SUV ven un aumento en su popularidad, y con razón para muchos: ofrecen espacio, una sensación de seguridad al volante y una posición de manejo elevada. 

Pero, ¿qué pasa cuando esa “sensación de seguridad” choca, literalmente, con la vulnerabilidad de los peatones? Pues bien, parece que la creciente preferencia por los SUV podría estar trayendo consigo un riesgo que no todos habían considerado seriamente: un aumento significativo en el peligro para quienes se mueven a pie o en bicicleta.

Una investigación bastante exhaustiva, llevada a cabo por la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM) junto con el Imperial College London, han dado a conocer una serie de cifras que invitan a la reflexión. 

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Tras analizar más de 680,000 colisiones ocurridas en los últimos 35 años, se detectó que la probabilidad de que peatones o ciclista fallezca si es impactado por un SUV o una camioneta ligera (LTV) es un 44% mayor en comparación con un impacto de un automóvil de pasajeros más pequeño. 

Pero aquí viene lo verdaderamente alarmante, puesto que para los niños, el panorama es todavía más sombrío. Un niño atropellado por un SUV o LTV tiene un 82% más de probabilidades de morir que si el vehículo involucrado fuera un auto convencional. Cifras que se elevan hasta un preocupante 130% para los menores de 10 años. 

Igualmente, cuando se observa la probabilidad de sufrir una lesión fatal o grave, en contraposición a una leve, esta se incrementa en aproximadamente una cuarta parte, tanto para adultos como para niños, si el vehículo es un SUV o LTV.

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SUV y peatones: ¿Por qué esta diferencia tan marcada con los autos convencionales?

Entonces, uno se pregunta, ¿cuál es la razón de esta disparidad tan preocupante? Los investigadores apuntan a características inherentes al diseño de estos vehículos más grandes. Los SUVs suelen ser más altos, anchos y, por supuesto, más pesados que los sedanes y hatchbacks tradicionales. Este diseño tiene consecuencias directas en caso de un atropello. 

Por ejemplo, el frontal más alto y contundente de un SUV significa que el impacto ocurre en una zona más crítica del cuerpo de los peatones: pensemos en la pelvis de un adulto en lugar de las rodillas, o peor aún, la cabeza de un niño en lugar de su pelvis.

A su vez, esta configuración provoca que los peatones o ciclistas sea proyectado hacia adelante con mayor facilidad, cayendo al asfalto, donde, para colmo de males, existe el riesgo de ser golpeado una segunda vez por el mismo vehículo o incluso arrollado. Es una dinámica de impacto que, sencillamente, resulta ser mucho más lesiva.

Este asunto cobra una relevancia aún mayor si consideramos la tendencia global. La popularidad de los SUV es un fenómeno que no conoce fronteras, representando casi la mitad de las ventas de autos nuevos a nivel mundial en 2023, un salto gigantesco desde el 15% que ostentaban en 2010. Y aunque el estudio analizó datos de diversos países, incluyendo Estados Unidos, Países Bajos, Alemania y Francia, los resultados fueron sorprendentemente similares en todas partes. 

Esto sugiere que el problema no es exclusivo de una región, sino una consecuencia inherente al tipo de vehículo. Concretamente en Estados Unidos, se estima que alrededor del 45% de los accidentes automovilísticos involucran un SUV, mientras que en Europa la cifra ronda el 20%. Cifras que, por sí solas, ya nos hablan del impacto poblacional de estos hallazgos; en tanto que más SUV circulan, su influencia en la seguridad vial general se vuelve más pronunciada.

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¿Qué se puede hacer?

Frente a este panorama, es natural cuestionarse sobre las posibles soluciones o medidas a tomar. Afortunadamente, parece que la conciencia sobre este problema está creciendo. Varias ciudades alrededor del mundo ya han comenzado a implementar o considerar políticas para desincentivar el uso de estos vehículos de gran tamaño en zonas urbanas densamente pobladas. 

Y es que las proyecciones son reveladoras: los autores del estudio estiman que si todos los SUVs fueran reemplazados por automóviles de pasajeros convencionales, el número de peatones y ciclistas fallecidos en accidentes de tráfico podría disminuir en un 17% en Estados Unidos y un 8% en Europa. Para los niños, la reducción sería todavía más significativa, alcanzando un 27% en EE.UU. y un 14% en el Viejo Continente. 

Desde luego, la investigación tiene sus matices, como el hecho de que la clasificación de “SUV” o “LTV” depende de los fabricantes al no existir una definición legal universal, lo que indica que se necesita profundizar aún más en las características específicas que los hacen más peligrosos. Con lo cual, futuras investigaciones serán cruciales para afinar estas políticas.

Así las cosas, lo que tenemos entre manos es más que una simple estadística. Por un lado, es comprensible el atractivo de los SUVs: ofrecen versatilidad y una percepción de robustez.

Por otro lado, los datos nos obligan a confrontar una realidad incómoda: esta preferencia podría estar contribuyendo a un entorno más hostil para los más vulnerables en las calles.

 

Cada día que pasa, los SUV ven un aumento en su popularidad, y con razón para muchos: ofrecen espacio, una sensación de seguridad al volante y una posición de manejo elevada. 

Pero, ¿qué pasa cuando esa “sensación de seguridad” choca, literalmente, con la vulnerabilidad de los peatones? Pues bien, parece que la creciente preferencia por los SUV podría estar trayendo consigo un riesgo que no todos habían considerado seriamente: un aumento significativo en el peligro para quienes se mueven a pie o en bicicleta.

Una investigación bastante exhaustiva, llevada a cabo por la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM) junto con el Imperial College London, han dado a conocer una serie de cifras que invitan a la reflexión. 

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Tras analizar más de 680,000 colisiones ocurridas en los últimos 35 años, se detectó que la probabilidad de que peatones o ciclista fallezca si es impactado por un SUV o una camioneta ligera (LTV) es un 44% mayor en comparación con un impacto de un automóvil de pasajeros más pequeño. 

Pero aquí viene lo verdaderamente alarmante, puesto que para los niños, el panorama es todavía más sombrío. Un niño atropellado por un SUV o LTV tiene un 82% más de probabilidades de morir que si el vehículo involucrado fuera un auto convencional. Cifras que se elevan hasta un preocupante 130% para los menores de 10 años. 

Igualmente, cuando se observa la probabilidad de sufrir una lesión fatal o grave, en contraposición a una leve, esta se incrementa en aproximadamente una cuarta parte, tanto para adultos como para niños, si el vehículo es un SUV o LTV.

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Entonces, uno se pregunta, ¿cuál es la razón de esta disparidad tan preocupante? Los investigadores apuntan a características inherentes al diseño de estos vehículos más grandes. Los SUVs suelen ser más altos, anchos y, por supuesto, más pesados que los sedanes y hatchbacks tradicionales. Este diseño tiene consecuencias directas en caso de un atropello. 

Por ejemplo, el frontal más alto y contundente de un SUV significa que el impacto ocurre en una zona más crítica del cuerpo de los peatones: pensemos en la pelvis de un adulto en lugar de las rodillas, o peor aún, la cabeza de un niño en lugar de su pelvis.

A su vez, esta configuración provoca que los peatones o ciclistas sea proyectado hacia adelante con mayor facilidad, cayendo al asfalto, donde, para colmo de males, existe el riesgo de ser golpeado una segunda vez por el mismo vehículo o incluso arrollado. Es una dinámica de impacto que, sencillamente, resulta ser mucho más lesiva.

Este asunto cobra una relevancia aún mayor si consideramos la tendencia global. La popularidad de los SUV es un fenómeno que no conoce fronteras, representando casi la mitad de las ventas de autos nuevos a nivel mundial en 2023, un salto gigantesco desde el 15% que ostentaban en 2010. Y aunque el estudio analizó datos de diversos países, incluyendo Estados Unidos, Países Bajos, Alemania y Francia, los resultados fueron sorprendentemente similares en todas partes. 

Esto sugiere que el problema no es exclusivo de una región, sino una consecuencia inherente al tipo de vehículo. Concretamente en Estados Unidos, se estima que alrededor del 45% de los accidentes automovilísticos involucran un SUV, mientras que en Europa la cifra ronda el 20%. Cifras que, por sí solas, ya nos hablan del impacto poblacional de estos hallazgos; en tanto que más SUV circulan, su influencia en la seguridad vial general se vuelve más pronunciada.

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¿Qué se puede hacer?

Frente a este panorama, es natural cuestionarse sobre las posibles soluciones o medidas a tomar. Afortunadamente, parece que la conciencia sobre este problema está creciendo. Varias ciudades alrededor del mundo ya han comenzado a implementar o considerar políticas para desincentivar el uso de estos vehículos de gran tamaño en zonas urbanas densamente pobladas. 

Y es que las proyecciones son reveladoras: los autores del estudio estiman que si todos los SUVs fueran reemplazados por automóviles de pasajeros convencionales, el número de peatones y ciclistas fallecidos en accidentes de tráfico podría disminuir en un 17% en Estados Unidos y un 8% en Europa. Para los niños, la reducción sería todavía más significativa, alcanzando un 27% en EE.UU. y un 14% en el Viejo Continente. 

Desde luego, la investigación tiene sus matices, como el hecho de que la clasificación de “SUV” o “LTV” depende de los fabricantes al no existir una definición legal universal, lo que indica que se necesita profundizar aún más en las características específicas que los hacen más peligrosos. Con lo cual, futuras investigaciones serán cruciales para afinar estas políticas.

Así las cosas, lo que tenemos entre manos es más que una simple estadística. Por un lado, es comprensible el atractivo de los SUVs: ofrecen versatilidad y una percepción de robustez.

Por otro lado, los datos nos obligan a confrontar una realidad incómoda: esta preferencia podría estar contribuyendo a un entorno más hostil para los más vulnerables en las calles.

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