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Friedrich Merz y Olaf Scholz, dos cancilleres muy distintos

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​A cuatro semanas de haber asumido la cancillería, Friedrich Merz ha mostrado un estilo que se contrapone marcadamente con el de su antecesor. Ucrania e Israel ya saben de ese cambio de actitud.  

Desde el 6 de mayo, cuando Friedrich Merz (CDU) fue elegido nuevo canciller de Alemania, la política germana ha vivido días agitados. Casi a diario, el nuevo jefe de Gobierno sorprende con declaraciones o anuncios audaces. Si bien no siempre se trata de enfoques novedosos, sí es evidente el contraste con el gobierno anterior, encabezado por Olaf Scholz. El socialdemócrata solía ser menos expresivo e inculcaba a su equipo el lema «no nos ofendemos, no nos ponemos histéricos». En otras palabras: irradiamos calma, no negociamos en público.

Merz, en cambio, siempre se mostró impaciente por alcanzar lo que tanto tiempo tuvo que esperar: en 2002, hace más de 20 años, la entonces líder de la conservadora CDU, Angela Merkel, prácticamente lo marginó y le arrebató la dirección del grupo parlamentario. Frustrado, Merz aceptó trabajos en el mundo privado en 2004 y solo regresó a la política al final del mandato de Merkel. Ahora, con 69 años, finalmente llegó a la cima del poder.

Scholz y Merz: difícilmente puede haber personalidades más distintas. Por un lado, un hanseático sobrio y de voz suave, con experiencia política antes de su etapa como canciller. Scholz fue alcalde de Hamburgo y luego ministro de Finanzas. Merz, por el otro, es, en cambio, un hombre muy conservador y fácilmente irritable, con una distinguida carrera partidaria, pero sin experiencia política en la administración.

Ambos políticos no se tienen especial afecto, pese a que durante el traspaso de mando se oyeron palabras conciliadoras. Pero antes, Merz había dicho que Scholz era un «fontanero del poder», además de un funcionario sin imaginación. Scholz, de vuelta, dijo que Merz solía decir «tonterías».

La periodista de DW Michaela Küfner los conoce muy bien, porque los ha acompañado en viajes y actividades. Sobre los estilos de ambos, dice que «mientras Scholz se negaba incluso a describir un objetivo sin antes haber allanado el camino político hacia él, Merz define claramente sus metas. Eso es en sí mismo un cambio de política. Pasamos de lo políticamente factible a ‘debemos hacerlo'».

Primer ejemplo: la política sobre Ucrania

Scholz tardó hasta el verano de 2022 en visitar Ucrania, que había sido invadida por Rusia el invierno anterior. Además, mantuvo en secreto durante mucho tiempo los envíos de armas al país agredido y siempre se negó a enviar los misiles Taurus. Merz, en cambio, demoró apenas unos días en visitar Kiev, junto al presidente de Francia y a los primeros ministros de Reino Unido y Polonia. Y anunció que pronto habría un alto al fuego y conversaciones de paz, pero eso finalmente no ocurrió.

Carteles de la campaña parlamentaria.
Friedrich Merz y Olaf Scholz, que compitieron durante la reciente campaña parlamentaria, tienen personalidades contrastantes.Imagen: Martin Meissner/AP Photo/picture alliance

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio marcha atrás en sus compromisos, dejando sin piso a Merz. Dada la naturaleza volátil del mandatario norteamericano, nadie puede decir que su movida fuera una sorpresa. Scholz habría tenido en cuenta ese escenario. Merz no. Küfner dice al respecto: «Su sólida presentación con (Emmanuel) Macron, (Donald) Tusk y (Keir) Starmer fue seguida por un bochorno diplomático. Una llamada telefónica entre Trump y Putin expuso a los principales países de Europa».

Segundo ejemplo: Alemania e Israel

Más claro aún es el cambio en la política alemana hacia Israel. Tras el ataque de la milicia terrorista Hamás , en octubre de 2023, la fórmula habitual de Olaf Scholz era «Israel tiene derecho a defenderse». Esto se mantuvo incluso cuando el Ejército israelí atacó una y otra vez a la población civil en la Franja de Gaza y hubo llamados globales a que se respetara el derecho internacional.

Como político opositor, Merz se mostró aún más firme del lado de Israel en ese lapso, e incluso anunció que, a diferencia de Scholz, se reuniría con el primer ministro Benjamín Netanyahu, aun cuando la Corte Penal Internacional de La Haya había emitido una orden de arresto por crímenes de lesa humanidad en contra del político israelí.

Pero luego, apenas asumió el cargo, Merz dio un giro radical. Hace unos días, dijo que ya no entendía las acciones de Israel en Gaza y que, en cualquier caso, ya no tenían nada que ver con una lucha legítima contra el terrorismo. Nunca antes un canciller había hablado con tanta claridad sobre las políticas de un gobierno israelí.

Küfner dice que «la crítica de Merz a las acciones de Israel en Gaza son un paso histórico; en vista de las violaciones al derecho internacional, no rehúye una crítica directa al primer ministro. Este es un tono nuevo en Alemania. También ha provocado un debate que Scholz había evitado con éxito: hasta dónde llega realmente la razón de Estado alemana, su compromiso con la seguridad de Israel».

Aún no se decide qué significará esto en la práctica para las relaciones germano-israelíes. Bajo el mando de Scholz, los envío de armas a Israel ya estaban reducidos al mínimo, y Merz no ha anunciado el fin de esas entregas. Tampoco ha repetido su invitación a Netanyahu. Así que, si bien no ha habido muchos cambios hasta ahora, el tono sí es distinto. Probablemente seguirá así en las próximas semanas. Alemania aún tiene que acostumbrarse al nuevo canciller. Scholz, mientras tanto, observa todo como simple miembro del Bundestag, sin haberse pronunciado hasta el momento sobre las políticas de su sucesor.

(dzc/cp)

   A cuatro semanas de haber asumido la cancillería, Friedrich Merz ha mostrado un estilo que se contrapone marcadamente con el de su antecesor. Ucrania e Israel ya saben de ese cambio de actitud. 

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