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Bienestar

¿Existe realmente la envidia sana? Cómo saber si es admiración o frustración

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«¡Qué envidia! Pero envidia de la sana», se escucha con frecuencia en el entorno. Y sucede especialmente cuando alguien presencia el logro o la fortuna de los otros. Pero, ¿puede la envidia ser realmente sana?Según se extrae de las conclusiones del trabajo de Onu y colaboradores (2016), la admiración es una emoción que facilita el aprendizaje social y la transmisión cultural, inspirándonos a emular modelos exitosos y fomentando la cooperación entre grupos. Si lo pensamos bien, ¿sería posible que lo que a menudo llamamos «envidia sana» no sea otra cosa que una forma de admiración? Ambos sentimientos surgen ante la competencia o los logros de los demás, pero la diferencia clave parece residir en cómo valoramos lo que estos logros representan. Algunos autores, como Smith (2000), sugieren que la admiración se produce cuando creemos que las habilidades o logros del otro son alcanzables para nosotros mismos. En cambio, otros, como van de Ven et al. (2011), sostienen todo lo contrario y consideran que la admiración aparece cuando esas habilidades parecen inalcanzables. Quizás admirar tenga connotaciones más positivas, socialmente hablando, que envidiar. Sería algo así como apreciar el talento en los demás sin ponernos a nosotros mismos en el centro. Sin embargo, evolutivamente hablando, las emociones pueden impulsarnos a actuar, brindándonos la dosis de motivación y energía necesarias para ello. Por tanto, y pese a que la envidia tenga peor prensa, quizás lo relevante sería analizar si la emoción que elicita el referente brinda posibilidad de crecimiento o por el contrario deteriora la auto-percepción de eficacia no llegando a traducirse en acciones encaminadas hacia los propios valores. En su vertiente constructiva, los referentes juegan un papel fundamental. Nos ayudan a visualizar objetivos, metas y valores que de otro modo permanecerían abstractos. ¿Cuántas de las decisiones que has tomado en tu vida han sido inspiradas en alguien que previamente había recorrido el camino? Trata de hacer un recorrido por los influencers de tu vida. Contar con modelos a seguir facilita el proceso de trazarnos un camino claro hacia aquello que deseamos. En la actualidad, con el auge de las redes sociales, estos ‘influencers’ o referentes virtuales, moldean las decisiones y comportamientos de millones de personas. Sin embargo, no es un fenómeno nuevo. A lo largo de la historia, artistas, líderes y personalidades públicas han servido como modelos para la sociedad. De hecho, algunos estudios sugieren que ser fan de algo o de alguien puede aportar beneficios a la salud mental (Reysen et al., 2022), al fortalecer la cohesión social, la motivación y el sentido de pertenencia.Noticias relacionadas estandar No Vergüenza, del obstáculo a la oportunidad: cómo convertir esta emoción en algo positivo Juan José Rodrigo estandar No Autocompasión, la herramienta que pasa por la aceptación y ayuda a iniciar el camino hacia la resiliencia Teresa PousadaAlgo que tratamos de recordar a menudo desde la psicología, es que las emociones y los pensamientos no están sometidas a juicio ético. Las acciones sí. En este sentido, quizás no sea tan relevante enredarnos diseccionando los matices entre los sentimientos protagonistas de este artículo. Se propone, en su lugar, observar y cuidar cómo estamos respondiendo ante ellos. ¿Me motivan a la acción o me paralizan? ¿Aquello que valoro tanto, está en línea con mis propios valores? ¿Cómo expreso a la otra persona este sentimiento? ¿Le hago sentir valorado o juzgado por ello?Sobre la autora María Alejo. María Alejo Hernández es psicóloga con Máster en Psicología General Sanitaria y Máster en Neuropsicología. Actualmente desempeña su labor en el equipo del psicólogo Jesús Matos . Adicionalmente, trabaja con adolescentes en un colegio internacional de Madrid y es parte de un equipo médico aeronáutico en el que realiza reconocimientos psicológicos a futuros pilotos y controladores aéreos. Estudió en la Universidad de Estrasburgo, colaboró en el hospital Gregorio Marañón en la unidad de neurología y obtuvo dos becas de colaboración como investigadora y auxiliar docente. También desarrolló su actividad profesional en un centro de terapia multilingüe y en la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. Trabaja tanto con población adulta como adolescente, en castellano o en inglés. Su formación de base es cognitivo-conductual y se ha interesado por ampliar su conocimiento en terapias de tercera generación, terapias con enfoques trans-diagnósticos y en el tratamiento de los problemas emocionales.Por último, no podemos negar que no todos partimos del mismo lugar ni tenemos las mismas facilidades. Cuando lo que admiramos está fuera de nuestra zona de control o influencia y depende más del azar o la suerte que del esfuerzo y trabajo, pueden surgir emociones como la frustración. Factores como el temperamento, el talento, el ambiente socioeconómico familiar o la llamada «lotería genética» apuntan a determinadas diferencias que no siempre se pueden superar únicamente con dedicación. ¿O realmente uno puede conseguir todo aquello que se proponga? El psicólogo James Clear, en su reconocido libro ‘Hábitos Atómicos’, ofrece claves para alcanzar metas de manera realista y efectiva. Enfatiza la importancia de enfocarse más en los sistemas que en las metas, es decir, en los procesos y hábitos diarios que nos conducen al éxito, en lugar de centrarse únicamente en el resultado final.

​«¡Qué envidia! Pero envidia de la sana», se escucha con frecuencia en el entorno. Y sucede especialmente cuando alguien presencia el logro o la fortuna de los otros. Pero, ¿puede la envidia ser realmente sana?Según se extrae de las conclusiones del trabajo de Onu y colaboradores (2016), la admiración es una emoción que facilita el aprendizaje social y la transmisión cultural, inspirándonos a emular modelos exitosos y fomentando la cooperación entre grupos. Si lo pensamos bien, ¿sería posible que lo que a menudo llamamos «envidia sana» no sea otra cosa que una forma de admiración? Ambos sentimientos surgen ante la competencia o los logros de los demás, pero la diferencia clave parece residir en cómo valoramos lo que estos logros representan. Algunos autores, como Smith (2000), sugieren que la admiración se produce cuando creemos que las habilidades o logros del otro son alcanzables para nosotros mismos. En cambio, otros, como van de Ven et al. (2011), sostienen todo lo contrario y consideran que la admiración aparece cuando esas habilidades parecen inalcanzables. Quizás admirar tenga connotaciones más positivas, socialmente hablando, que envidiar. Sería algo así como apreciar el talento en los demás sin ponernos a nosotros mismos en el centro. Sin embargo, evolutivamente hablando, las emociones pueden impulsarnos a actuar, brindándonos la dosis de motivación y energía necesarias para ello. Por tanto, y pese a que la envidia tenga peor prensa, quizás lo relevante sería analizar si la emoción que elicita el referente brinda posibilidad de crecimiento o por el contrario deteriora la auto-percepción de eficacia no llegando a traducirse en acciones encaminadas hacia los propios valores. En su vertiente constructiva, los referentes juegan un papel fundamental. Nos ayudan a visualizar objetivos, metas y valores que de otro modo permanecerían abstractos. ¿Cuántas de las decisiones que has tomado en tu vida han sido inspiradas en alguien que previamente había recorrido el camino? Trata de hacer un recorrido por los influencers de tu vida. Contar con modelos a seguir facilita el proceso de trazarnos un camino claro hacia aquello que deseamos. En la actualidad, con el auge de las redes sociales, estos ‘influencers’ o referentes virtuales, moldean las decisiones y comportamientos de millones de personas. Sin embargo, no es un fenómeno nuevo. A lo largo de la historia, artistas, líderes y personalidades públicas han servido como modelos para la sociedad. De hecho, algunos estudios sugieren que ser fan de algo o de alguien puede aportar beneficios a la salud mental (Reysen et al., 2022), al fortalecer la cohesión social, la motivación y el sentido de pertenencia.Noticias relacionadas estandar No Vergüenza, del obstáculo a la oportunidad: cómo convertir esta emoción en algo positivo Juan José Rodrigo estandar No Autocompasión, la herramienta que pasa por la aceptación y ayuda a iniciar el camino hacia la resiliencia Teresa PousadaAlgo que tratamos de recordar a menudo desde la psicología, es que las emociones y los pensamientos no están sometidas a juicio ético. Las acciones sí. En este sentido, quizás no sea tan relevante enredarnos diseccionando los matices entre los sentimientos protagonistas de este artículo. Se propone, en su lugar, observar y cuidar cómo estamos respondiendo ante ellos. ¿Me motivan a la acción o me paralizan? ¿Aquello que valoro tanto, está en línea con mis propios valores? ¿Cómo expreso a la otra persona este sentimiento? ¿Le hago sentir valorado o juzgado por ello?Sobre la autora María Alejo. María Alejo Hernández es psicóloga con Máster en Psicología General Sanitaria y Máster en Neuropsicología. Actualmente desempeña su labor en el equipo del psicólogo Jesús Matos . Adicionalmente, trabaja con adolescentes en un colegio internacional de Madrid y es parte de un equipo médico aeronáutico en el que realiza reconocimientos psicológicos a futuros pilotos y controladores aéreos. Estudió en la Universidad de Estrasburgo, colaboró en el hospital Gregorio Marañón en la unidad de neurología y obtuvo dos becas de colaboración como investigadora y auxiliar docente. También desarrolló su actividad profesional en un centro de terapia multilingüe y en la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. Trabaja tanto con población adulta como adolescente, en castellano o en inglés. Su formación de base es cognitivo-conductual y se ha interesado por ampliar su conocimiento en terapias de tercera generación, terapias con enfoques trans-diagnósticos y en el tratamiento de los problemas emocionales.Por último, no podemos negar que no todos partimos del mismo lugar ni tenemos las mismas facilidades. Cuando lo que admiramos está fuera de nuestra zona de control o influencia y depende más del azar o la suerte que del esfuerzo y trabajo, pueden surgir emociones como la frustración. Factores como el temperamento, el talento, el ambiente socioeconómico familiar o la llamada «lotería genética» apuntan a determinadas diferencias que no siempre se pueden superar únicamente con dedicación. ¿O realmente uno puede conseguir todo aquello que se proponga? El psicólogo James Clear, en su reconocido libro ‘Hábitos Atómicos’, ofrece claves para alcanzar metas de manera realista y efectiva. Enfatiza la importancia de enfocarse más en los sistemas que en las metas, es decir, en los procesos y hábitos diarios que nos conducen al éxito, en lugar de centrarse únicamente en el resultado final.   

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