Bienestar
La verdad detrás del sexto sentido: por qué la ciencia avala el poder de la intuición

Detrás de ese pálpito, de esa corazonada , de ese «me da mala espina» o de ese «no sé por qué lo sé, pero lo sé» hay más base científica que habilidades sobrenaturales, místicas o misteriosas. De hecho, la intuición es una cualidad que proviene de un proceso neurocognitivo complejo que permite saber algo con certeza de manera inmediata y tomar decisiones rápidas basándose en información que se ha obtenido de forma inconsciente . En realidad la intuición parte de todo aquello que se ha almacenado en el subconsciente , pero no es un arte adivinatorio ni una expresión de los deseos o de los miedos, aunque a veces coincida con ellos, según explica la psicóloga y doctora en Neurociencia, Ana Asensio ( @vidasenpositivo_anaasensio ), que acaba de publicar ‘ Escucha a tu intuición ‘ (Roca Editorial). También es certera, pero no infalible pues, según aclara la Dra. Asensio, ese registro que alberga la memoria también puede nutrirse de experiencias y de traumas que puedan sesgar ese primer halo intuitivo. «Puede ser dolorosa, pero es serena . No se manifiesta de una forma descontrolada, sino como una sabiduría interior que va más allá de la razón y que se expresa a través de sensaciones físicas», apunta. Por eso para identificar sus señales es importante estar conectado con el cuerpo que es el que, según asegura Asensio, sabe las respuestas correctas antes que la cabeza. Comparte esta opinión la neurocientífica y autora de ‘Neurociencia del cuerpo’ (Editorial Kairós), Nazareth Castellanos ( @nazareth.castellanos ), quien recuerda en torno a la intuición la teoría del marcador somático de Antonio Damasio, que establece que las sensaciones corporales también son memorizadas y tenidas en cuenta por el cerebro para tomar decisiones y que aquellas personas con una mayor conciencia corporal suelen acertar más, pues el cuerpo procesa la información antes que la parte consciente. Familiarizarse con esa parte inconsciente o somática puede aportar, por tanto, mucha información a la hora de actuar de forma intuitiva. Sin embargo, la Dra. Castellanos hace referencia a esa posible confusión con emociones como el miedo o el deseo a la que alude Asensio para matizar lo que se puede esperar de ella: «Me gusta abrazar esa parte en la que no todo es explicable, coherente, pensado, analizado y explicado; pero siempre desde la prudencia. Hay que tener en cuenta lo que nos dice el cuerpo, pero una cosa es escucharlo y otra muy distinta es obedecerlo», aclara.Pero, ¿de qué se alimenta la intuición? Como explica Jonathan Benito ( @_jonathanbenito ), profesor e investigador sobre neurociencia en la Universidad Autónoma de Madrid y autor de ‘ Redefine imposible: tu cerebro es la herramienta ‘ (Planeta); cuando uno está interactuando con otra persona su sistema límbico (compuesto por la amígdala, la ínsula y el hipocampo) está leyendo la forma del rostro, los cambios casi imperceptibles que se producen en forma de microgestos , las miradas, el tono y timbre de voz, el movimiento de las manos… Y toda una cantidad ingente de información que no se analiza desde la parte consciente, sino que se almacena en el inconsciente dando lugar a una rápida valoración que puede manifestar el cuerpo en forma de latidos acelerados, punzada en la boca del estómago, piel de gallina, escalofrío en la espalda o incluso calor inesperado. «Lo que caracteriza a la intuición es que es lo primero que emerge, no surge después de darle vueltas a algo, sino que sale sin pensar y es capaz de leer la falta de coherencia entre expresiones verbales, faciales y corporales , así como entre lo que uno siente y lo que percibe», revela Benito. Lo más impactante de la intuición es ser consciente de la velocidad a la que maneja la información, como recuerda Asensio: «Todo lo que le resulta útil para decidir de forma intuitiva sobre alguien o sobre algo llega a los 50 milisegundos de interactuar con alguien, pero la razón no lo recoge hasta que pasan 400 milisegundos y después tienen que pasar entre 7 y 20 segundos para que sea posible un análisis consciente de lo sucedido o lo vivido por parte de esa persona». Estas diferentes velocidades del pensamiento son precisamente la base del trabajo del psicólogo y Premio Nobel Daniel Kahneman, quien en su obra ‘Pensar rápido, pensar despacio’ estableció las diferencias entre un sistema rápido y automático (sistema 1) que genera intuiciones y juicios rápidos y otro (sistema 2) lento y deliberado, que requiere esfuerzo, atención consciente y un análisis lógico y racional. «Lo que dedujo Kahneman es que, en contra de lo que se cree, la mayor parte de las decisiones se rigen por el sistema 1 y que la clave para que éstas sean buenas, oportunas y eficientes reside en entender cómo funcionan e interactúan estos sistemas en la mente», apunta Benito.Noticia Relacionada reportaje Si Meditar es entrenar la atención, no poner la mente en blanco Raquel AlcoleaFuentes de las que bebeLa intuición se nutre, por un lado del procesamiento emocional, que es el que lleva a cabo la amígdala y la ínsula en el cerebro, y que es el que genera esa percepción de confianza y desconfianza frente a personas o situaciones, pero también se alimenta de una parte racional, como aclara Diego E. Redolar, neurocientífico ( @neurocienciaconredolar ), profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y autor del libro ‘ La mujer ciega que podía ver por la lengua ‘ (Grijalbo). «Las estructuras implicadas en el razonamiento, como es el caso de la corteza prefrontal dorsolateral, son las que buscan las reglas, patrones y referencias que ayudan a inclinar la balanza hacia una decisión u otra», asegura. Algo interesante que se suele dar en este sentido, según apunta Redolar, es que algunos hallazgos científicos relevantes se han producido al despertar. «La explicación a este fenómeno frecuente en el ámbito de la creatividad y de la ciencia es que durante una parte concreta del ciclo del sueño se da una gran activación de esas estructuras implicadas en el razonamiento (corteza prefrontal dorsolateral) y eso hace que el cerebro encuentre soluciones rápidas, aparentemente intuitivas», comenta. A los nutrientes racionales y emocionales hay que sumar también el que aporta a la intuición el sustrato nervioso del refuerzo (núcleo accumbens) y los resultados que se obtienen cuando ésta se pone en práctica pues, según explica el científico, se trata de una habilidad que se refuerza con los aciertos. El cuerpo cuenta además con un sistema nervioso entérico en el intestino , al que se denomina segundo cerebro, que contiene millones de neuronas y que está interconectado con el cerebro a través del sistema nervioso. Investigaciones recientes han demostrado que desempeña un papel clave en la intuición y en la toma de decisiones. La comunicación bidireccional entre el cerebro y el intestino puede influir en la intuición al procesar señales bioquímicas y emocionales. Es el llamado ‘gut feeling’ o sensación visceral de que se sabe algo, ya sea positivo o negativo, como si partiese de las entrañas.Noticias relacionadas estandar Si Neurocientífica Nazareth Castellanos: «Una de las frases que más daño ha hecho a la sociedad es: ‘Si quieres, puedes’» Raquel Alcolea estandar Si Pionero del yoga en españa Ramiro Calle: «Vivimos con un gran desconocido dentro y nos obsesiona lo que hay en el exterior» Raquel AlcoleaEntrenar la intuiciónAlgunas personas son más intuitivas que otras, bien por su capacidad de observación, por la acumulación de experiencias y aprendizajes o incluso por la confianza en sí mismas, pero lo cierto es que la tendencia a racionalizarlo todo, la escasa conciencia corporal y la hiperestimulación tecnológica reinante en la sociedad actual hacen que la mayoría viva de espaldas a su propia intuición. Sin embargo, como propone la Dra. Asensio, es una capacidad que se puede cultivar o mejorar si uno está dispuesto a escucharse con serenidad y sin juicios. La capacidad intuitiva es mayor en los niños que en los adultos Lejos de la influencia de los sesgos y con una capacidad racional menos desarrollada que los adultos, los niños cuentan con mayores habilidades para escuchar lo que les dicta la intuición. Como explica el neurocientífico Jonathan Benito, ellos perciben mejor que los mayores esa sabiduría interna y esa experiencia atávica que el ser humano tiene como especie y que a menudo les hace desconfiar de personas que no conocen o reaccionar con temor ante situaciones que nunca han vivido. Por eso, la Dra. Ana Asensio ve necesario orientarles y ayudarles para que sigan cultivando y desarrollando la intuición. Recomienda, para ello, hacerles preguntas del tipo: «¿Qué sientes cuando pasa esto?», ¿»Qué te está diciendo tu cuerpo?», «¿Qué harías tú si te sucediera esto o lo otro?».Una de las claves para entrenar esa agudeza y esa lucidez momentánea consiste en tomar a diario decisiones sin pensar, de forma espontánea pero sin correr riesgos: desde cambiar el recorrido habitual al trabajo hasta probar formas nuevas de actuar con los seres queridos o modificar el vestuario o el peinado. «Se trata de aprender de uno mismo dejándose llevar por pálpitos y a través de decisiones poco trascendentales que no sean peligrosas y que permitan actuar de una forma libre sin tener que medir ni analizar todo lo que se hace», plantea Asensio.Otra fórmula que permite desarrollar esta habilidad es la llamada « escritura automática », que consiste en buscar momentos a diario para escribir o dibujar a mano todo aquello que vaya saliendo de la mente de una forma natural y espontánea sin ordenar las imágenes o las ideas y sin pensar en lo que se está haciendo. «El resultado de esas prácticas instintivas suele ser revelador sobre lo que hay en el subconsciente de esa persona y sobre lo que suele influir a la hora de tomar decisiones», añade la experta.Puede ser útil para alimentar la intuición dejar divagar la mente sin juicio, observar los pensamientos sin quedarse anclados en ellos o buscar la serenidad a través de la respiración consciente y la meditación pues, según apunta la Dra. Asensio, eso puede ayudar a que la mente sea capaz de discernir con claridad entre la información que puede ser útil y aquella que puede estar influida por una experiencia traumática, una creencia o por las emociones que bloquean la intuición como son la resistencia , el rechazo y el miedo . También conviene potenciar la escucha activa del cuerpo pues, como alerta Redolar, a menudo lo que sucede en el caso de las personas que tienen esa habilidad algo dormida o anestesiada es que la amígdala ponga en marcha respuestas emocionales que influyan a nivel corporal (en la conducta, en el sistema cardiovascular y en el sistema endocrino con la activación de hormonas como la adrenalina o el cortisol) pero que después esa información no pase al sistema nervioso central, que es el que conecta con la mente. «Una buena decisión es aquella que logra equilibrar de manera correcta la emoción y la razón», aconseja.Descifrando los códigosPara los expertos en desarrollo personal y liderazgo Álex Rovira ( @alexroviracelma ) y Francesc Miralles ( @francesc_miralles ), que acaban de publicar su libro ‘ Homo solver’ (Kitaeru), la intuición es una herramienta imprescindible en la toma de decisiones. «Es como si fueran los servicios secretos de la conciencia. De hecho, si usásemos como analogía la teoría del iceberg de Ernest Hemingway, podríamos definirla como aquello que sabe el novelista y no cuenta pero que en realidad sostiene y da sentido a toda la narración», describe Miralles. Rovira, por su parte, la define como una herramienta reveladora pero incómoda pues, según explica, a veces funciona como un mecanismo adaptativo de defensa. «Esto sucede porque se ha perdido el contacto con lo esencial y con la dimensión experiencial. Aprender a desarrollarla pasa por hacer un trabajo terapéutico que permita descontaminarse de las creencias y de las frustraciones», propone. Igualmente conviene entender el lenguaje de la intuición , que pasa por confiar en las primeras impresiones, aunque sean sutiles y rápidas, y leer las reacciones corporales: una sensación de expansión es un sí, mientras que una contracción es un no. Otra fórmula útil para entender cómo funciona consiste en llevar por escrito un control de las experiencias intuitivas , evaluando las que fueron acertadas, pues eso ayuda a reforzar la confianza en la intuición, ya que ésta, según explican los expertos, se construye y se refuerza, a base de práctica y de experiencias.
Detrás de ese pálpito, de esa corazonada , de ese «me da mala espina» o de ese «no sé por qué lo sé, pero lo sé» hay más base científica que habilidades sobrenaturales, místicas o misteriosas. De hecho, la intuición es una cualidad que proviene de un proceso neurocognitivo complejo que permite saber algo con certeza de manera inmediata y tomar decisiones rápidas basándose en información que se ha obtenido de forma inconsciente . En realidad la intuición parte de todo aquello que se ha almacenado en el subconsciente , pero no es un arte adivinatorio ni una expresión de los deseos o de los miedos, aunque a veces coincida con ellos, según explica la psicóloga y doctora en Neurociencia, Ana Asensio ( @vidasenpositivo_anaasensio ), que acaba de publicar ‘ Escucha a tu intuición ‘ (Roca Editorial). También es certera, pero no infalible pues, según aclara la Dra. Asensio, ese registro que alberga la memoria también puede nutrirse de experiencias y de traumas que puedan sesgar ese primer halo intuitivo. «Puede ser dolorosa, pero es serena . No se manifiesta de una forma descontrolada, sino como una sabiduría interior que va más allá de la razón y que se expresa a través de sensaciones físicas», apunta. Por eso para identificar sus señales es importante estar conectado con el cuerpo que es el que, según asegura Asensio, sabe las respuestas correctas antes que la cabeza. Comparte esta opinión la neurocientífica y autora de ‘Neurociencia del cuerpo’ (Editorial Kairós), Nazareth Castellanos ( @nazareth.castellanos ), quien recuerda en torno a la intuición la teoría del marcador somático de Antonio Damasio, que establece que las sensaciones corporales también son memorizadas y tenidas en cuenta por el cerebro para tomar decisiones y que aquellas personas con una mayor conciencia corporal suelen acertar más, pues el cuerpo procesa la información antes que la parte consciente. Familiarizarse con esa parte inconsciente o somática puede aportar, por tanto, mucha información a la hora de actuar de forma intuitiva. Sin embargo, la Dra. Castellanos hace referencia a esa posible confusión con emociones como el miedo o el deseo a la que alude Asensio para matizar lo que se puede esperar de ella: «Me gusta abrazar esa parte en la que no todo es explicable, coherente, pensado, analizado y explicado; pero siempre desde la prudencia. Hay que tener en cuenta lo que nos dice el cuerpo, pero una cosa es escucharlo y otra muy distinta es obedecerlo», aclara.Pero, ¿de qué se alimenta la intuición? Como explica Jonathan Benito ( @_jonathanbenito ), profesor e investigador sobre neurociencia en la Universidad Autónoma de Madrid y autor de ‘ Redefine imposible: tu cerebro es la herramienta ‘ (Planeta); cuando uno está interactuando con otra persona su sistema límbico (compuesto por la amígdala, la ínsula y el hipocampo) está leyendo la forma del rostro, los cambios casi imperceptibles que se producen en forma de microgestos , las miradas, el tono y timbre de voz, el movimiento de las manos… Y toda una cantidad ingente de información que no se analiza desde la parte consciente, sino que se almacena en el inconsciente dando lugar a una rápida valoración que puede manifestar el cuerpo en forma de latidos acelerados, punzada en la boca del estómago, piel de gallina, escalofrío en la espalda o incluso calor inesperado. «Lo que caracteriza a la intuición es que es lo primero que emerge, no surge después de darle vueltas a algo, sino que sale sin pensar y es capaz de leer la falta de coherencia entre expresiones verbales, faciales y corporales , así como entre lo que uno siente y lo que percibe», revela Benito. Lo más impactante de la intuición es ser consciente de la velocidad a la que maneja la información, como recuerda Asensio: «Todo lo que le resulta útil para decidir de forma intuitiva sobre alguien o sobre algo llega a los 50 milisegundos de interactuar con alguien, pero la razón no lo recoge hasta que pasan 400 milisegundos y después tienen que pasar entre 7 y 20 segundos para que sea posible un análisis consciente de lo sucedido o lo vivido por parte de esa persona». Estas diferentes velocidades del pensamiento son precisamente la base del trabajo del psicólogo y Premio Nobel Daniel Kahneman, quien en su obra ‘Pensar rápido, pensar despacio’ estableció las diferencias entre un sistema rápido y automático (sistema 1) que genera intuiciones y juicios rápidos y otro (sistema 2) lento y deliberado, que requiere esfuerzo, atención consciente y un análisis lógico y racional. «Lo que dedujo Kahneman es que, en contra de lo que se cree, la mayor parte de las decisiones se rigen por el sistema 1 y que la clave para que éstas sean buenas, oportunas y eficientes reside en entender cómo funcionan e interactúan estos sistemas en la mente», apunta Benito.Noticia Relacionada reportaje Si Meditar es entrenar la atención, no poner la mente en blanco Raquel AlcoleaFuentes de las que bebeLa intuición se nutre, por un lado del procesamiento emocional, que es el que lleva a cabo la amígdala y la ínsula en el cerebro, y que es el que genera esa percepción de confianza y desconfianza frente a personas o situaciones, pero también se alimenta de una parte racional, como aclara Diego E. Redolar, neurocientífico ( @neurocienciaconredolar ), profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y autor del libro ‘ La mujer ciega que podía ver por la lengua ‘ (Grijalbo). «Las estructuras implicadas en el razonamiento, como es el caso de la corteza prefrontal dorsolateral, son las que buscan las reglas, patrones y referencias que ayudan a inclinar la balanza hacia una decisión u otra», asegura. Algo interesante que se suele dar en este sentido, según apunta Redolar, es que algunos hallazgos científicos relevantes se han producido al despertar. «La explicación a este fenómeno frecuente en el ámbito de la creatividad y de la ciencia es que durante una parte concreta del ciclo del sueño se da una gran activación de esas estructuras implicadas en el razonamiento (corteza prefrontal dorsolateral) y eso hace que el cerebro encuentre soluciones rápidas, aparentemente intuitivas», comenta. A los nutrientes racionales y emocionales hay que sumar también el que aporta a la intuición el sustrato nervioso del refuerzo (núcleo accumbens) y los resultados que se obtienen cuando ésta se pone en práctica pues, según explica el científico, se trata de una habilidad que se refuerza con los aciertos. El cuerpo cuenta además con un sistema nervioso entérico en el intestino , al que se denomina segundo cerebro, que contiene millones de neuronas y que está interconectado con el cerebro a través del sistema nervioso. Investigaciones recientes han demostrado que desempeña un papel clave en la intuición y en la toma de decisiones. La comunicación bidireccional entre el cerebro y el intestino puede influir en la intuición al procesar señales bioquímicas y emocionales. Es el llamado ‘gut feeling’ o sensación visceral de que se sabe algo, ya sea positivo o negativo, como si partiese de las entrañas.Noticias relacionadas estandar Si Neurocientífica Nazareth Castellanos: «Una de las frases que más daño ha hecho a la sociedad es: ‘Si quieres, puedes’» Raquel Alcolea estandar Si Pionero del yoga en españa Ramiro Calle: «Vivimos con un gran desconocido dentro y nos obsesiona lo que hay en el exterior» Raquel AlcoleaEntrenar la intuiciónAlgunas personas son más intuitivas que otras, bien por su capacidad de observación, por la acumulación de experiencias y aprendizajes o incluso por la confianza en sí mismas, pero lo cierto es que la tendencia a racionalizarlo todo, la escasa conciencia corporal y la hiperestimulación tecnológica reinante en la sociedad actual hacen que la mayoría viva de espaldas a su propia intuición. Sin embargo, como propone la Dra. Asensio, es una capacidad que se puede cultivar o mejorar si uno está dispuesto a escucharse con serenidad y sin juicios. La capacidad intuitiva es mayor en los niños que en los adultos Lejos de la influencia de los sesgos y con una capacidad racional menos desarrollada que los adultos, los niños cuentan con mayores habilidades para escuchar lo que les dicta la intuición. Como explica el neurocientífico Jonathan Benito, ellos perciben mejor que los mayores esa sabiduría interna y esa experiencia atávica que el ser humano tiene como especie y que a menudo les hace desconfiar de personas que no conocen o reaccionar con temor ante situaciones que nunca han vivido. Por eso, la Dra. Ana Asensio ve necesario orientarles y ayudarles para que sigan cultivando y desarrollando la intuición. Recomienda, para ello, hacerles preguntas del tipo: «¿Qué sientes cuando pasa esto?», ¿»Qué te está diciendo tu cuerpo?», «¿Qué harías tú si te sucediera esto o lo otro?».Una de las claves para entrenar esa agudeza y esa lucidez momentánea consiste en tomar a diario decisiones sin pensar, de forma espontánea pero sin correr riesgos: desde cambiar el recorrido habitual al trabajo hasta probar formas nuevas de actuar con los seres queridos o modificar el vestuario o el peinado. «Se trata de aprender de uno mismo dejándose llevar por pálpitos y a través de decisiones poco trascendentales que no sean peligrosas y que permitan actuar de una forma libre sin tener que medir ni analizar todo lo que se hace», plantea Asensio.Otra fórmula que permite desarrollar esta habilidad es la llamada « escritura automática », que consiste en buscar momentos a diario para escribir o dibujar a mano todo aquello que vaya saliendo de la mente de una forma natural y espontánea sin ordenar las imágenes o las ideas y sin pensar en lo que se está haciendo. «El resultado de esas prácticas instintivas suele ser revelador sobre lo que hay en el subconsciente de esa persona y sobre lo que suele influir a la hora de tomar decisiones», añade la experta.Puede ser útil para alimentar la intuición dejar divagar la mente sin juicio, observar los pensamientos sin quedarse anclados en ellos o buscar la serenidad a través de la respiración consciente y la meditación pues, según apunta la Dra. Asensio, eso puede ayudar a que la mente sea capaz de discernir con claridad entre la información que puede ser útil y aquella que puede estar influida por una experiencia traumática, una creencia o por las emociones que bloquean la intuición como son la resistencia , el rechazo y el miedo . También conviene potenciar la escucha activa del cuerpo pues, como alerta Redolar, a menudo lo que sucede en el caso de las personas que tienen esa habilidad algo dormida o anestesiada es que la amígdala ponga en marcha respuestas emocionales que influyan a nivel corporal (en la conducta, en el sistema cardiovascular y en el sistema endocrino con la activación de hormonas como la adrenalina o el cortisol) pero que después esa información no pase al sistema nervioso central, que es el que conecta con la mente. «Una buena decisión es aquella que logra equilibrar de manera correcta la emoción y la razón», aconseja.Descifrando los códigosPara los expertos en desarrollo personal y liderazgo Álex Rovira ( @alexroviracelma ) y Francesc Miralles ( @francesc_miralles ), que acaban de publicar su libro ‘ Homo solver’ (Kitaeru), la intuición es una herramienta imprescindible en la toma de decisiones. «Es como si fueran los servicios secretos de la conciencia. De hecho, si usásemos como analogía la teoría del iceberg de Ernest Hemingway, podríamos definirla como aquello que sabe el novelista y no cuenta pero que en realidad sostiene y da sentido a toda la narración», describe Miralles. Rovira, por su parte, la define como una herramienta reveladora pero incómoda pues, según explica, a veces funciona como un mecanismo adaptativo de defensa. «Esto sucede porque se ha perdido el contacto con lo esencial y con la dimensión experiencial. Aprender a desarrollarla pasa por hacer un trabajo terapéutico que permita descontaminarse de las creencias y de las frustraciones», propone. Igualmente conviene entender el lenguaje de la intuición , que pasa por confiar en las primeras impresiones, aunque sean sutiles y rápidas, y leer las reacciones corporales: una sensación de expansión es un sí, mientras que una contracción es un no. Otra fórmula útil para entender cómo funciona consiste en llevar por escrito un control de las experiencias intuitivas , evaluando las que fueron acertadas, pues eso ayuda a reforzar la confianza en la intuición, ya que ésta, según explican los expertos, se construye y se refuerza, a base de práctica y de experiencias.