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Cómo pasó Bolivia del «milagro económico» a la «crisis múltiple» y cómo saldrá de esta
Gobernada por el artífice de su deteriorado «milagro económico» de inicios de siglo, Bolivia enfrenta una «crisis múltiple». ¿Cómo llegará el país a las elecciones del 17 de agosto, y qué se puede esperar de ellas?
A inicios de este quinquenio, el expresidente de Bolivia, Evo Morales, aún se jugaba la carta del «milagro económico» boliviano, proponiendo a su artífice y delfín, Luis Arce, como candidato presidencial del Movimiento al Socialismo (MAS).
Desde entonces, sin embargo, se ha vuelto un lugar común sostener que Bolivia vive una «crisis múltiple». Avivada por la fractura del antes monolítico MAS y la cada vez más enconada pugna entre «evistas» y «arcistas». Acompañada de denuncias públicas contra el Gobierno sobre redes de corrupción y hasta de narcotráfico, y de acusaciones contra Morales por estupro, obstrucción de elecciones o terrorismo.
Ya a finales de pasado año, algunos medios auguraban una «guerra electoral» en Bolivia en 2025. «Crisis, desconfianza, polarización e incertidumbre». Con estas cuatro palabras resume hoy la situación el politólogo boliviano José Luis Exeni, coordinador de proyectos en democracia de la Fundación Friedrich Ebert (FES) en Bolivia.
Crisis política: polarización y radicalización
«Hay un descalabro de las instituciones, de todas, y una debilidad extrema del sistema de representación política», afirma Exeni a DW. Los partidos políticos están en crisis: «Tenemos partidos sin candidato que alquilan siglas. Y candidatos sin partido que también alquilan siglas que no tienen vida orgánica, liderazgos, estructuras, ni presencia territorial», explica.
A la polarización de larga data entre «evistas» y «antievistas» se ha sumado la implosión del MAS, que no se debe a una disputa programática ni de visiones de país, sino a la disputa por la candidatura presidencial, destaca el también expresidente de la Corte Nacional Electoral (CNE) y exvicepresidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Exeni critica «la excesiva y grotesca judicialización de la política y de las elecciones». Se refiere así a la inhabilitación de partidos y candidaturas como la de Evo Morales por parte del Tribunal Constitucional y de salas constitucionales, en decisiones que, a su juicio, son competencia exclusiva del Tribunal Supremo Electoral, máxima instancia del país en la materia.
«Siempre hemos tenido politización de la justicia, pero ahora esta lógica de judicialización de la política tiene que ver, sobre todo, con este suprapoder que está decidiendo por encima de los otros poderes públicos», juzga el exfuncionario electoral sobre el Tribunal Constitucional.
La lucha por el poder entre Evo Morales y Luis Arce «ha generado una radicalización política aún mayor», observa la politóloga boliviana Ana Soliz, investigadora de la Universidad de las Fuerzas Armadas alemanas. Además, ha demostrado que «el Estado no controla zonas del país, como la del Chapare», dice. Y llama la atención sobre la sucesión de marchas y bloqueos de carreteras que, según el oficialismo, causan pérdidas millonarias a la economía.
En vez de alternativas, los expertos observan una fragmentación de la oposición, sin propuestas importantes ni visiones de futuro claras. «No han logrado presentar un candidato único. Ha quedado en evidencia que han prevalecido los intereses y ambiciones personales, y no han mostrado una real intención de sacar al MAS del poder», opina Soliz.
Crisis económica: faltan combustible y dólares
Mientras tanto, «la falta de dólares en el país ha impedido la importación de combustible, como gasolina y diésel, lo que además está afectando a los productores de alimentos. A esto se suman las dificultades para importar otros productos vitales como los medicamentos», describe la politóloga boliviana.
Esta crisis económica, que se expresa claramente en el aumento de precios (inflación), es «lo que más resiente la ciudadanía», advierte Exeni. En un país en el que la OIT estima que más del 80 % de la economía es informal, la economía de las familias, de los ciudadanos de a pie, se ve fuerte e inmediatamente afectada, coincide Soliz.
Desconfianza, incertidumbre y rabia a «cortísimo plazo»
No extraña entonces que diferentes estudios muestren que «la ciudadanía no confía en las instituciones, pero tampoco confía en los liderazgos, en ninguno de ellos», subraya Exeni. Y muestran también que «el sentimiento predominante es una incertidumbre de cortísimo plazo: ¿Habrá gasolina en agosto? ¿Habrá elecciones? ¿Nos alcanzará el salario para comer?», ilustra el politólogo boliviano.
Lo más riesgoso de esta incertidumbre es que se combina con rabia: «La gente está muy molesta, muy descontenta con lo que está pasando», comenta.
¿»Sin Evo no hay elecciones»?
«Llamativa» y «alarmante» considera Soliz la aparente inacción del Gobierno de Luis Arce en este contexto: «Declarando que toma medidas que no son efectivas en la realidad, el Gobierno está permaneciendo como un observador más de este proceso de crisis múltiple en que se encuentra Bolivia», sostiene.
«Si el Gobierno de Luis Arce no permite la libre importación de combustible, se corre el riesgo de profundizar la escasez de alimentos». Además, «hay riesgos de enfrentamientos armados entre los grupos indígenas y sociales que apoyan a Morales y Arce», advierte la investigadora de la Universidad de las Fuerzas Armadas alemanas.
A poco más de dos meses para las elecciones, el descontento social crece. A movilizaciones bajo la consigna de «Sin Evo no hay elecciones», se suman otras de diferentes sectores afectados por la crisis económica. «Sin embargo, los ciudadanos saben que, en caso de un colapso social, se corre el riesgo de que no quieran llamar a elecciones», prevé Soliz. «Hoy mismo, la pregunta es: ¿llegaremos a las elecciones del 17 de agosto?», resume Exeni.
Garantizar las elecciones y el día después
En esta coyuntura crítica, el objetivo mayor y común de todos los actores sociales debería ser garantizar las elecciones: el único elemento de contención de posibles escenarios de violencia, la única perspectiva de cambio a la vista, coinciden los expertos. El reto es garantizar que sean justas y competitivas, acota Exeni. La oposición boliviana «aún podría generar acuerdos y presentar un candidato único», aventura Soliz.
Sea cual sea, el próximo Gobierno necesitará la mayor legitimidad posible para enfrentar una agenda muy compleja, prevé el politólogo y exfuncionario electoral Exeni: «Tienen que asumir medidas anticrisis muy difíciles, con costos sociales y económicos. Tienen que impulsar procesos ampliados de reforma político-institucional. Y, sobre todo, tienen que gestionar una gobernabilidad mínima», enumera.
Y se refiere a conseguir mayoría en el Parlamento para tomar decisiones. O a gestionar una constelación de minorías que no repita el actual escenario de parálisis decisoria y bloqueo institucional, porque «un Gobierno que no tiene mayoría en la Asamblea no puede aprobar ni un crédito».
(cp)
Gobernada por el artífice de su deteriorado «milagro económico» de inicios de siglo, Bolivia enfrenta una «crisis múltiple». ¿Cómo llegará el país a las elecciones del 17 de agosto, y qué se puede esperar de ellas?