Mundo Motor
¿El mejor american car para pista? El Mustang GTD lo confirma

El Ford Mustang GTD ha reescrito la historia en Nürburgring, y vaya que lo ha hecho con contundencia. Es que, cuando se habla de autos americanos, muchas veces la conversación se desvía casi inevitablemente hacia la potencia bruta, esa capacidad de devorar el cuarto de milla en un abrir y cerrar de ojos.
Pero lo que Ford ha logrado con este Mustang va mucho, muchísimo más allá. Se está presenciando un cambio de paradigma, por lo que ahora el muscle car resuena en cada curva del legendario Nordschleife.
Se puede visualizar la escena: el rugido de un V8 supercargado (815 hp) cortando el aire denso del bosque alemán; un musculoso americano no solo compitiendo, sino dominando en el circuito más exigente del planeta.
Porque una cosa es la velocidad en una recta interminable, y otra muy distinta es moverse con la precisión de un neurocirujano a través de las más de 150 curvas que componen el “Infierno Verde”. Y es precisamente ahí, en ese terreno donde la ingeniería y el balance son reyes, donde el Mustang GTD ha clavado su bandera.
Evolución en el Infierno Verde: Así se forjó el récord
Recordemos que Ford ya nos había dado un adelanto de lo que eran capaces. En diciembre de 2024, el Mustang GTD se convirtió en el auto americano más rápido en Nürburgring, parando el crono en unos impresionantes 6 minutos y 57,685 segundos. Una cifra que ya de por sí ponía los pelos de punta a más de uno. Pero, como si se tratara de una buena película de suspenso, la historia no terminó ahí.
Resulta que los ingenieros de Ford regresaron unos meses después al Nordschleife. Y, ¿qué sucedió? Pues que lograron exprimir aún más al GTD, pulverizando su propio récord y dejando el nuevo listón en unos alucinantes 6 minutos y 52,072 segundos. En un circuito de esta magnitud, encontrar cinco segundos adicionales es una auténtica proeza, una muestra del meticuloso trabajo realizado.
Uno podría preguntarse, ¿de dónde salieron esos segundos mágicos? Pues bien, Ford cuenta que no fue obra de un solo truco, sino de una serie de mejoras cuidadosamente orquestadas.
Se habla de una configuración de motor optimizada, un chasis revisado para aumentar la rigidez torsional -algo crucial para la respuesta en curva-, un sistema de control de tracción y ABS recalibrado para permitir exprimir cada gota de adherencia, y, por supuesto, una configuración aerodinámica mejorada. Cada pieza, cada ajuste, trabajando en perfecta armonía para lograr el objetivo.
Midiendo fuerzas: El GTD frente a los titanes europeos
Ahora, pongamos este tiempo en perspectiva, porque aquí es donde la cosa se pone realmente interesante. El Mustang GTD es más rápido en Nürburgring que auténticas leyendas europeas. Sí, se ha leído bien. Supera al mismísimo Porsche 918 Spyder, un superdeportivo híbrido que durante mucho tiempo ostentó el récord de producción en esta pista. Y la lista no termina ahí: también deja atrás al Porsche 911 GT3 de la generación actual, al Ferrari 296 GTB y al Lamborghini Aventador SV. Palabras mayores, ¿verdad?
Este logro no es solo una victoria para Ford; es un testimonio del increíble balance que han conseguido con el GTD. No se trata únicamente de un motor descomunal, que lo tiene, sino de cómo toda esa potencia se traduce al asfalto de manera efectiva, de cómo la suspensión, los frenos, la aerodinámica y la electrónica trabajan al unísono. Es la prueba fehaciente de que un auto puede ser brutalmente rápido y, al mismo tiempo, ágil y comunicativo.
Este Mustang redefine lo que un auto americano puede lograr en un circuito. Durante años, existió esa percepción, a veces justificada, de que los “muscle cars” eran bestias indomables, perfectas para impresionar en línea recta pero con dificultades cuando el camino se retorcía. Así, el GTD llega para romper ese molde, para demostrar que la ingeniería americana puede competir, y ganar, en el escenario más desafiante del automovilismo deportivo.
Realmente, se está ante un hito. Un momento que seguramente será recordado por mucho tiempo en la industria. Este Ford Mustang GTD no es solo un auto rápido; es un símbolo de evolución, de equilibrio y de la incansable búsqueda de la perfección en la pista.
Y eso, es algo que merece ser celebrado, analizado y, sobre todo, admirado. La pista ha hablado, y su veredicto es claro: el rey americano del Infierno Verde viste de azul y lleva un caballo al galope en la parrilla.
El Ford Mustang GTD ha reescrito la historia en Nürburgring, y vaya que lo ha hecho con contundencia. Es que, cuando se habla de autos americanos, muchas veces la conversación se desvía casi inevitablemente hacia la potencia bruta, esa capacidad de devorar el cuarto de milla en un abrir y cerrar de ojos.
Pero lo que Ford ha logrado con este Mustang va mucho, muchísimo más allá. Se está presenciando un cambio de paradigma, por lo que ahora el muscle car resuena en cada curva del legendario Nordschleife.
Se puede visualizar la escena: el rugido de un V8 supercargado (815 hp) cortando el aire denso del bosque alemán; un musculoso americano no solo compitiendo, sino dominando en el circuito más exigente del planeta.
Porque una cosa es la velocidad en una recta interminable, y otra muy distinta es moverse con la precisión de un neurocirujano a través de las más de 150 curvas que componen el “Infierno Verde”. Y es precisamente ahí, en ese terreno donde la ingeniería y el balance son reyes, donde el Mustang GTD ha clavado su bandera.
Evolución en el Infierno Verde: Así se forjó el récord
Recordemos que Ford ya nos había dado un adelanto de lo que eran capaces. En diciembre de 2024, el Mustang GTD se convirtió en el auto americano más rápido en Nürburgring, parando el crono en unos impresionantes 6 minutos y 57,685 segundos. Una cifra que ya de por sí ponía los pelos de punta a más de uno. Pero, como si se tratara de una buena película de suspenso, la historia no terminó ahí.
Resulta que los ingenieros de Ford regresaron unos meses después al Nordschleife. Y, ¿qué sucedió? Pues que lograron exprimir aún más al GTD, pulverizando su propio récord y dejando el nuevo listón en unos alucinantes 6 minutos y 52,072 segundos. En un circuito de esta magnitud, encontrar cinco segundos adicionales es una auténtica proeza, una muestra del meticuloso trabajo realizado.
Uno podría preguntarse, ¿de dónde salieron esos segundos mágicos? Pues bien, Ford cuenta que no fue obra de un solo truco, sino de una serie de mejoras cuidadosamente orquestadas.
Se habla de una configuración de motor optimizada, un chasis revisado para aumentar la rigidez torsional -algo crucial para la respuesta en curva-, un sistema de control de tracción y ABS recalibrado para permitir exprimir cada gota de adherencia, y, por supuesto, una configuración aerodinámica mejorada. Cada pieza, cada ajuste, trabajando en perfecta armonía para lograr el objetivo.
Midiendo fuerzas: El GTD frente a los titanes europeos
Ahora, pongamos este tiempo en perspectiva, porque aquí es donde la cosa se pone realmente interesante. El Mustang GTD es más rápido en Nürburgring que auténticas leyendas europeas. Sí, se ha leído bien. Supera al mismísimo Porsche 918 Spyder, un superdeportivo híbrido que durante mucho tiempo ostentó el récord de producción en esta pista. Y la lista no termina ahí: también deja atrás al Porsche 911 GT3 de la generación actual, al Ferrari 296 GTB y al Lamborghini Aventador SV. Palabras mayores, ¿verdad?
Este logro no es solo una victoria para Ford; es un testimonio del increíble balance que han conseguido con el GTD. No se trata únicamente de un motor descomunal, que lo tiene, sino de cómo toda esa potencia se traduce al asfalto de manera efectiva, de cómo la suspensión, los frenos, la aerodinámica y la electrónica trabajan al unísono. Es la prueba fehaciente de que un auto puede ser brutalmente rápido y, al mismo tiempo, ágil y comunicativo.
Este Mustang redefine lo que un auto americano puede lograr en un circuito. Durante años, existió esa percepción, a veces justificada, de que los “muscle cars” eran bestias indomables, perfectas para impresionar en línea recta pero con dificultades cuando el camino se retorcía. Así, el GTD llega para romper ese molde, para demostrar que la ingeniería americana puede competir, y ganar, en el escenario más desafiante del automovilismo deportivo.
Realmente, se está ante un hito. Un momento que seguramente será recordado por mucho tiempo en la industria. Este Ford Mustang GTD no es solo un auto rápido; es un símbolo de evolución, de equilibrio y de la incansable búsqueda de la perfección en la pista.
Y eso, es algo que merece ser celebrado, analizado y, sobre todo, admirado. La pista ha hablado, y su veredicto es claro: el rey americano del Infierno Verde viste de azul y lleva un caballo al galope en la parrilla.