Baloncesto
‘Kill Bill’ kills Barça

El trayecto triunfal de Vassilis Spanoulis en el baloncesto continúa este mes de mayo con un éxito más que plasmar en el currículo. El ahora preparador en el banquillo, otrora aniquilador sobre el parqué, ha dirigido al Mónaco hacia la segunda Final Four de la entidad de la que es dueño el magnate Fedoricsev. Desde un prisma personal para él es toparse con un triunfo a las primeras de cambio. Spanoulis asumió el cargo que deja Obradovic en noviembre, con la temporada empezada, en la que es su primera experiencia como técnico de un equipo en la Euroliga; había roto a ganar con el Peristeri, de un nivel inferior y al que puso en la fase final de la Champions League en la que sólo el Tenerife de Vidorreta le apartó del camino. El reto era mayúsculo con una plantilla a la que ha exprimido como debía, sacando la magia en el momento definitivo. Así es como Vassilis se mete en la primera Final Four de su vida como entrenador y con apenas unos meses en el combinado monegasco.
El griego Vassilis Spanoulis se ha clasificado para la primera Final Four como entrenador en la primera oportunidad que tiene, dirigiendo al Mónaco.
El trayecto triunfal de Vassilis Spanoulis en el baloncesto continúa este mes de mayo con un éxito más que plasmar en el currículo. El ahora preparador en el banquillo, otrora aniquilador sobre el parqué, ha dirigido al Mónaco hacia la segunda Final Four de la entidad de la que es dueño el magnate Fedoricsev. Desde un prisma personal para él es toparse con un triunfo a las primeras de cambio. Spanoulis asumió el cargo que deja Obradovic en noviembre, con la temporada empezada, en la que es su primera experiencia como técnico de un equipo en la Euroliga; había roto a ganar con el Peristeri, de un nivel inferior y al que puso en la fase final de la Champions League en la que sólo el Tenerife de Vidorreta le apartó del camino. El reto era mayúsculo con una plantilla a la que ha exprimido como debía, sacando la magia en el momento definitivo. Así es como Vassilis se mete en la primera Final Four de su vida como entrenador y con apenas unos meses en el combinado monegasco.
El potentado del Principado pasa a ser Spanoulis, que es Midas con el oro: lo que ha tocado lo ha hecho brillante. Desde que el equipo ampliara horizontes, con capital ruso y ucraniano para mayores tensiones, en el contexto pandémico salieron propulsados hacia el estrellato. Colocaron en las vitrinas la EuroCup, que les dio acceso a la liga superior, y marcaron una dirección a la que ir. Mike James es el indiscutible líder sobre la pista, con Okobo en la retaguardia, superjugadores exteriores como Calathes o Loyd que no terminan de ser perfectos complementos. La planificación iba por un lado con Sasa, el entrenador con el que se comenzó esta campaña, y dio un volantazo para probar a Vassilis en la absoluta élite. A la que pertenece, la que paladea. El resultado es positivo una vez más. En Abu Dabi, primera ocasión en la que Spanoulis puede replicar lo que consiguió como jugador hasta en tres ocasiones. Contextos distintos, pero el mismo colmillo de toda la vida.
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El técnico de Larisa ha dejado su sello en la eliminatoria que le ha enfrentado al Barça de Peñarroya, que con apenas nueve jugadores de la primera plantilla se quedó a un punto de viajar a Abu Dabi. Aprovechar el quinto partido para clavar la estaca, con nombre y apellidos, a un oponente que se encontraba en debilidad interior, resulta hasta curioso para alguien al que le gustaba decidir los duelos desde fuera.
‘Kill Bill’, como se conoce a Spanoulis en los círculos del baloncesto europeo, aplicó la máxima de la sorpresa cuando parecía que pocas más se podían dar. Donatas Motiejunas, pívot lituano con el que estaba contando de forma ínfima, se quedó fuera de la convocatoria en el quinto y definitivo. En su lugar entraba el compatriota Georgios Papagiannis, que no disputaba un enfrentamiento continental desde el 13 de marzo. Vassilis necesitaba abrir espacios con los pívots, tarea que sobre el papel tendría más sencilla Theis por altura y fundamentos, y fue el griego el que mareó a Youssoupha Fall y Willy Hernangómez. Caras de asombro ante su actuación. 21 de valoración, el que más en su bando, con 17 puntos (3/3 de tres, 4/5 de dos).
El entrenador del Mónaco tendrá otra montaña que escalar cuando viaje al Etihad Arena de Emiratos Árabes. Se llama Olympiacos. El club que le convirtió en leyenda viva del baloncesto esperaba rival, que ya tiene, después de haberse cargado al Real Madrid en cuartos de final. Dos maldiciones contra los rojiblancos en este formato: el primero de la fase regular nunca ganó este título; el que elimina a los blancos siempre se lo lleva.
“Si voy a la Final Four es para ganarla. Si voy tres veces, quiero ganarla tres. No quiero ir diez y perder diez o solo ganar una”. Intenciones meridianamente claras las de Spanoulis, que hablaba con esa suficiencia en la rueda de prensa posterior a ese 85-84 que le endosó al Barça. También querrá hacerlo con Grecia, cuyo cargo de seleccionador compagina en estos momentos con la dirigencia del Mónaco. Gen ganador.
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