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Ciencia & Tecnología

Longevidad cuestionada: el debate científico que sacude a las Zonas Azules

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Las Zonas Azules inspiraron un movimiento global de longevidad estudiando regiones con abundantes centenarios, pero escépticos cuestionan la fiabilidad de los registros demográficos.

​Las Zonas Azules inspiraron un movimiento global de longevidad estudiando regiones con abundantes centenarios, pero escépticos cuestionan la fiabilidad de los registros demográficos.  

En la incesante búsqueda por prolongar la vida y alejar la muerte, un fenómeno particular ha captado la atención global en los últimos años: regiones donde sus habitantes mantienen vitalidad y salud excepcionales hasta superar el centenar de años. Estos oasis de longevidad nos presentan un escenario casi utópico, donde personas de avanzada edad disfrutan plenamente de su cotidianidad, compartiendo momentos de alegría con sus comunidades mucho después de la edad en que la mayoría consideraría finalizada su etapa activa.

Estas regiones, conocidas como «Zonas Azules», han fascinado tanto al público como a los investigadores, convirtiéndose en un concepto tan simple como cautivador que ha generado numerosos libros, documentales e incluso un imperio empresarial valorado en millones. Sin embargo, investigaciones recientes cuestionan la veracidad de este idílico retrato de longevidad excepcional. ¿Constituyen estas Zonas Azules un fenómeno genuino o nos encontramos ante un mito científico embellecido por el deseo universal de trascender nuestros límites biológicos?

Zonas Azules: origen y descubrimiento de los paraísos de longevidad

Su origen se remonta a la década de 1990, cuando el médico italiano Gianni Pes presentó en un congreso de demografía un hallazgo extraordinario: una concentración inusual de centenarios en Ogliastra, región montañosa de Cerdeña. 

Intrigado, pero inicialmente escéptico, el demógrafo belga Michel Poulain viajó junto con Pes a la isla para verificar personalmente estos datos, según detalló la revista Science. Durante seis meses recorrieron municipios, entrevistaron a ancianos y examinaron registros históricos, marcando con un bolígrafo azul cada lugar donde se confirmaba la edad de un centenario. Aquellos puntos azules dispersos en el mapa dieron nombre al fenómeno que posteriormente capturaría la atención científica y mediática mundial, apareciendo formalmente por primera vez en la literatura académica en 2004.

De acuerdo con los criterios establecidos por Poulain, para que una región reciba oficialmente la designación de «Zona Azul», debe demostrar mediante datos verificables que al menos uno de cada cincuenta habitantes alcanza el centenario de vida.

El profesor Michel Poulain durante una rueda de prensa en 2021.
El profesor Michel Poulain durante una rueda de prensa en 2021.Imagen: Vincent Kalut/Photo News/IMAGO

El concepto alcanzó resonancia global en 2005 cuando el periodista Dan Buettner publicó su influyente artículo «Los secretos de la larga vida» en National Geographic, extendiendo el fenómeno a otras regiones: Okinawa (Japón), Loma Linda (California), y posteriormente la Península de Nicoya (Costa Rica) e Ikaria (Grecia). 

Según reporta The New York Times, Buettner sistematizó los factores comunes de longevidad en estas comunidades mediante los denominados «Power 9»: una alimentación predominantemente vegetal, actividad física constante e integrada en la vida cotidiana, moderación en la ingesta calórica, consumo ocasional de alcohol (especialmente vino), técnicas efectivas para reducir el estrés, sólidos vínculos comunitarios (incluyendo prácticas espirituales), priorización de la familia, redes sociales con hábitos saludables similares y un fuerte sentido de propósito vital. 

Tony Buettner durante una charla en Vail Mountain School (Colorado), el 28 de febrero de 2018, donde compartió las claves de las expediciones a las Zonas Azules.
Tony Buettner durante una charla en Vail Mountain School (Colorado), el 28 de febrero de 2018, donde compartió las claves de las expediciones a las Zonas Azules.Imagen: Chris Dillmann/AP Photo/picture alliance

El imperio Blue Zones: de investigación científica a negocio millonario

La idea era seductora y pronto se convirtió en una marca registrada. Blue Zones ha producido ocho libros, una serie de Netflix, productos comerciales y programas de certificación para ciudades que quieren emular el estilo de vida de estas regiones longevas. Según New Scientist, en 2020, Buettner vendió la empresa a Adventist Health por una suma millonaria.

Sin embargo, en 2019, el investigador Saul Newman del University College de Londres arrojó una sombra de duda sobre todo el concepto. Su investigación sugiere que las Zonas Azules tienen algo más en común además de sus centenarios: registros poco fiables, bajos ingresos y, sorprendentemente, una esperanza de vida más baja que sus promedios nacionales.

«El mayor secreto de las Zonas Azules es que no existen», afirma a New Scientist Newman, quien ganó un Premio Ig Nobel en 2024 por su trabajo. 

Dan Buettner presentó "The Blue Zones Kitchen", parte clave de la lucrativa marca global que promueve longevidad a través de recetas y estilo de vida inspirados en las Zonas Azules.
Dan Buettner presentó «The Blue Zones Kitchen», parte clave de la lucrativa marca global que promueve longevidad a través de recetas y estilo de vida inspirados en las Zonas Azules.Imagen: Carl Juste/Miami Herald/TNS/ABACA/picture alliance

¿Son las Zonas Azules un mito de la longevidad?

Según su análisis, las regiones con mayor número de centenarios tienden a coincidir con áreas de registros deficientes y alta pobreza.

Por ejemplo, según datos citados por Neue Zürcher Zeitung, en 2008 se descubrió que el 42 % de los supuestos centenarios de Costa Rica habían mentido sobre su edad. En Japón, el gobierno reveló en 2010 que «faltaban» 230.000 centenarios, probablemente por muertes no declaradas, aunque posteriormente un artículo sostuvo que estas cifras eran exageradas.

Newman también señala contradicciones en el caso de Okinawa. Mientras Buettner destaca su dieta saludable y estilo de vida activo, las estadísticas oficiales japonesas muestran que Okinawa tiene el mayor índice de masa corporal entre todas las prefecturas japonesas, es la segunda en consumo de cerveza y la cuarta en tasa de suicidios entre mayores de 65 años, según reporta Science.

Centenarios como Marge Jetton han hecho de Loma Linda (California) un símbolo de longevidad, aunque su inclusión como Zona Azul ha generado controversia por basarse más en hábitos saludables que en datos demográficos sólidos.
Centenarios como Marge Jetton han hecho de Loma Linda (California) un símbolo de longevidad, aunque su inclusión como Zona Azul ha generado controversia por basarse más en hábitos saludables que en datos demográficos sólidos.Imagen: David McLain/Aurora Photos/imago

Los defensores de las Zonas Azules han contraatacado. Poulain, quien ha visitado personalmente a 200 centenarios, insiste en la rigurosidad de sus validaciones. «Tengo la plena convicción de que son realmente centenarios basándome en documentar sus vidas», afirma. 

Varios investigadores, incluido Pes, firmaron una carta pública en 2024 refutando las afirmaciones de Newman, en la que detallan su meticuloso proceso de verificación: registros eclesiásticos, reconstrucciones genealógicas, entrevistas y cotejo de datos, aunque notablemente excluyen a Loma Linda de su defensa.

De hecho, Buettner admitió recientemente que Loma Linda se incluyó en la lista original porque su editor en National Geographic quería «encontrar la zona azul de Estados Unidos», aunque defiende su inclusión posterior basándose en estudios sobre la salud de los adventistas del séptimo día.

Aun así, esta revelación, junto con la separación de caminos entre Poulain y Buettner, ha agregado más dudas sobre la autenticidad del fenómeno.

Irónicamente, incluso los defensores de las Zonas Azules reconocen que algunas podrían estar desapareciendo. Okinawa y Nicoya ya no califican como tales, según Buettner y Poulain, debido a la adopción de estilos de vida occidentales. Para Newman, esto solo refuerza sus sospechas: «¿Qué pasó, todos los de 80 años de repente abandonaron hábitos alimenticios saludables de toda la vida y fueron a McDonald’s? No tiene sentido».

Vista del Loma Linda University Medical Center con las montañas nevadas al fondo. Aunque la ciudad es célebre por su estilo de vida saludable y su comunidad adventista, su estatus como Zona Azul sigue siendo objeto de debate.
Vista del Loma Linda University Medical Center con las montañas nevadas al fondo. Aunque la ciudad es célebre por su estilo de vida saludable y su comunidad adventista, su estatus como Zona Azul sigue siendo objeto de debate.Imagen: BuangBoy/Pond5 Images/IMAGO

Más allá del debate: el valor de los hábitos saludables en la longevidad

¿Importa realmente si las Zonas Azules son auténticas? Walter Willett, de la Escuela de Medicina de Harvard, sugiere que el concepto ha sido valioso independientemente de su veracidad, proporcionando «una forma visual concreta de pensar sobre cómo los factores de estilo de vida pueden unirse para promover la buena salud».

La realidad es que los hábitos promovidos por las Zonas Azules –una dieta nutritiva, actividad física regular y fuertes lazos comunitarios– tienen respaldo científico sólido. Quizás el verdadero valor del concepto no radica en la existencia de estos paraísos de longevidad, sino en cómo ha ayudado a visualizar y promover comportamientos que sabemos beneficiosos para la salud.

Aun así, unos buenos hábitos de vida no garantizan que alguien llegue a los 100 años. Henne Holsteg, del Centro Médico Universitario de Ámsterdam, estima –según declaró a Science– que llegar a los 70 depende solo en un 20 % de la genética, pero alcanzar los 100 tiene hasta un 60 % de componente hereditario. Y otro dato importante: según los expertos, aún no se ha demostrado que los habitantes de las Zonas Azules tengan ventajas genéticas únicas.

Esto plantea un problema. «No es un estudio, es una observación», dijo el gerontólogo Nir Barzilai a The New York Times. «Es una observación que concuerda con lo que creemos saber sobre el envejecimiento. Pero no es una ciencia».

En definitiva, como ocurre en muchos debates científicos, la verdad probablemente se encuentre en un punto intermedio. Esto lo refleja perfectamente Herminia, una gallega de 101 años, quien al ser preguntada por el secreto de su longevidad respondió simplemente: «El sentido común». Quizás en esta sencilla respuesta encontremos la verdadera enseñanza de toda esta controversia: más allá de fórmulas milagrosas o lugares privilegiados, las decisiones equilibradas y sensatas podrían ser la clave de una vida larga y satisfactoria.

Editado por Felipe Espinosa Wang con información de Science, New Scientist, The New York Times y Neue Zürcher Zeitung.

 

​Deutsche Welle: DW.COM – Ciencia y Tecnologia

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