Baloncesto
Al final, Luka Doncic tenía razón
En su día, cuando ya había empezado a haber diferencias entre Luka Doncic y el nuevo general manager de Dallas Mavericks, Nico Harrison (contratado en junio de 2021), Doncic dijo a sus allegados aquello, que acabó siendo un vaticinio ominoso, de que los Mavs se estaban deshaciendo de toda la gente que a él le gustaba. De los de su cuerda, muchos clásicos de una franquicia que había tenido una estructura muy constante, en posiciones y zonas de confianza (oficiales y oficiosas), durante los años de Dirk Nowiztki como jugador franquicia (y leyenda), Mark Cuban como propietario (vendió en 2023) y Donnie Nelson como ejecutivo (sustituido después por Harrison).
Los enemigos de Luka Doncic
La llegada de la familia Adelson y el poder acumulado por Nico Harrison fueron factores decisivos en el traspaso de Doncic.
Los despidos de Nico Harrison en el departamento médico de los Mavericks señalan a las discrepancias, decisivas en su salida, con el entorno de Doncic.
En su día, cuando ya había empezado a haber diferencias entre Luka Doncic y el nuevo general manager de Dallas Mavericks, Nico Harrison (contratado en junio de 2021), Doncic dijo a sus allegados aquello, que acabó siendo un vaticinio ominoso, de que los Mavs se estaban deshaciendo de toda la gente que a él le gustaba. De los de su cuerda, muchos clásicos de una franquicia que había tenido una estructura muy constante, en posiciones y zonas de confianza (oficiales y oficiosas), durante los años de Dirk Nowiztki como jugador franquicia (y leyenda), Mark Cuban como propietario (vendió en 2023) y Donnie Nelson como ejecutivo (sustituido después por Harrison).
Harrison, especialmente desde que la llegada de los Adelson (con Patrick Dumont como verdadero jefe en la toma de decisiones) como nuevos propietarios, comenzó a reorganizarlo todo con un deseo cada vez más obvio, al principio solo para lo que lo vivieron desde dentro, de controlarlo de todo. Un artículo de Tim MacMahon en ESPN puso muchas de esas cartas sobre la mesa cuando Harrison ya era el enemigo número 1 en Dallas semanas después de haber ejecutado un traspaso suicida, el que llevó a Luka Doncic a los Lakers el 1 de febrero. El artículo de MacMahon ubicaba buena parte de la batalla en las decisiones sobre el personal médico y los equipos de trabajo personales, con quién podía contar o no Doncic, cuánto margen tenía para contratar a sus propios colaboradores, algo que en condiciones normales (y como muchas súper estrellas) se haría además a través de la franquicia, y cómo se escalaba la nueva jerarquía en la toma de decisiones.
La llegada de la familia Adelson y el poder acumulado por Nico Harrison fueron factores decisivos en el traspaso de Doncic.
MacMahon dibujó un ambiente de trabajo disfuncional, con relaciones tóxicas en puntos críticos del desempeño diario y una falta de comunicación y en algunos casos experiencia (y preparación) que puso un acento causal a lo que podría haber sido solo casual: los Mavs tuvieron una temporada de pesadilla con unas lesiones que no dieron tregua, que afectaron a casi toda la plantilla y dejaron sin casi opciones de competir, más allá de los manejos maltraídos de Harrison, al equipo que venía de jugar las últimas Finales de la NBA. Se dieron casos tan extremos como el del pívot Dereck Lively II, que solo jugó 36 partidos en su segunda temporada y que estuvo a punto de regresar a las pistas sin estar del todo recuperado de una peligrosa lesión por estrés en un tobillo. Algo que se paró sobre la bocina, cuando iba a volver a jugar, y que alargó el tiempo de baja de un interior (clave en el curso anterior, el primero para él en la NBA) para el que las consecuencias podrían haber sido gravísimas en caso de haber regresado a las pistas sin estar plenamente recuperado.
Mientras desde los Mavericks se apuntó permanentemente, con filtraciones e incluso declaraciones directas, a la profesionalidad, la preparación física y el ánimo de ser un factor importante también en defensa como las razones para dejar ir, sin un gran recambio (no a la altura del talento que salía, desde luego), a Doncic, el esloveno se fue con la sensación de que los Mavs que dejaba no eran los mismos en los que había pasado unos extraordinarios primeros años de carrera NBA. Y que los despidos y fichajes de Harrison iban a acabar siendo un problema para todo el mundo en Dallas. Ahora, las noticias parecen darle la razón porque, una vez finalizada (sin billete a playoffs) la temporada, Harrison ha decidido despedir a Keith Belton y Dionne Calhoun, dos referentes del área de preparación física. El primero solo ha estado una temporada en los Mavs, el segundo llevaba 21 años y había trabajado mano a mano con Casey Smith, reputadísimo (ahora en los Knicks como vicepresidente del área de medicina deportiva) y un confidente de Nowitzki que pasó a serlo, después, de Doncic.
Belton quedó muy señalado por el caso Lively, ya que fue el que no vio la fractura de tobillo y puso al jugador al borde del regreso, lesionado, a las pistas. Su relación con Johann Bilsborough, el otro gran fichaje para esa parte del staff, era tan mala que MacMahon habló de broncas en las instalaciones del equipo que casi habían llegado a las manos. Y, para colmo, la falta de la cualificación necesaria para ocupar legamente su cargo en una franquicia NBA fue confirmada por la asociación nacional de preparadores físicos. Doncic y su entorno no hicieron migas con Belton y desconfiaban de una nueva estructura que no creían que estuviera funcionando. Ahora, solo semanas después de una comparecencia kafkiana en la que defendió todas sus contrataciones y movimientos, Harrison se ha tenido que poner a hacer cambios drásticos, otra vez, en los despachos de unos Mavericks en permanente estado de agitación.
De las batallas a la gran guerra
De la mano del general manager, ese nuevo equipo médico había sospechado al inicio de la pasada temporada que el entorno de Doncic había falseado un problema de muñeca para ganar algo de tiempo antes de regresar a las pistas tras una lesión muscular que complicó su inicio de curso porque, en realidad, estaba simplemente fuera de forma. Pasado de peso. Después, cuando llegó la lesión en el partido de Navidad (en un gemelo) que acabó cerrando (imposible imaginarlo entonces) su etapa en Dallas, el equipo de Doncic propuso un tiempo largo de baja mientras que en la franquicia creían que podía regresar en dos o tres semanas. Al final, el base no jugó desde ese 25-D hasta el día de su debut con los Lakers, el 10 de febrero.
El artículo de MacMahon también advertía de que el divorcio final había llegado durante esta última lesión. Harrison quería que Doncic viajara con el equipo durante una gira de cinco partidos a domicilio, pero el entorno del jugador se negó porque consideró que eso iba a complicar el intenso trabajo de recuperación y puesta a punto que estaba llevando a cabo, en Dallas. El encontronazo acabó siendo, según MacMahon, el último hilo de comunicación entre Harrison y el universo Doncic: lo siguiente fue la notificación de que había sido traspasado a los Lakers.
Ahora, estos despidos señalan a Harrison por su incapacidad para mantener un mínimo de estabilidad y demuestran que estaban más equivocado de lo que él mismo había reconocido porque ha tenido que recurrir a un volantazo a toda prisa. Y también dan la razón a Doncic y su entorno cuando sugirieron que no inspiraba ninguna confianza la gente con la que les estaba tocando trabajar, cada vez más, en los nuevos Mavs de los Adelson, Dumont y Harrison. Durante la temporada ha habido casos casi constantes de lesiones reagravadas (PJ Washington, Jaden Hardy…), la citada situación de Lively II, las dudas sobre si Anthony Davis forzó para, con una lesión de ingle, debutar con los Mavs en el primer partido en Dallas después del megatraspaso; Y, para colmo, la gravísima lesión de rodilla de Kyrie Irving.
Poca y mala información sobre tiempos de baja y procesos de recuperación, falta de comunicación entre departamentos que tendrían que trabajar permanentemente de la mano y poca confianza en la relación personal, diaria, con los jugadores, son problemas a los que ya apuntaba MacMahon y que han contribuido a que los Mavs, en la última encuesta anónima con jugadores que realizó The Athletic, cayeran en picado en su valoración como franquicia. Durante lustros, una de las más serias y estables de la NBA. Así que, al menos en eso, parece que Doncic sí tenía razón.
Carta abierta de un exalcalde
Por otro lado, el Dallas Morning News ha publicado una carta abierta de Tom Leppert, exalcalde de Dallas (2007-11), en la que el empresario y miembro del partido republicano critica duramente la situación de la franquicia y el efecto del traspaso de Doncic. Con un título significativo (“El traspaso de Luka va a doler durante mucho tiempo”), deja mensajes rotundos de Leppert como ciudadano de Dallas y aficionado de los Mavericks: “La temporada ha acabado para los Los Lakers y para los Mavericks. Pero yo, como muchos aficionados de los Mavericks, sigo profundamente frustrado por el traspaso de Doncic. Como exalcalde y uno de los líderes empresariales de la ciudad, sé que va seguir doliendo porque ha significado y significa un enorme coste en el largo plazo para la ciudad de Dallas”.
“Las ciudades son algo más que una colección de carreteras y edificios”, continuaba Leppert, “su éxito se basa en los intangibles… el orgullo de sus ciudadanos, su competitividad y la imagen que transmiten en el gran marco de la sociedad. Como todos los demás, he visto el impulso que dan a las ciudades sus equipos y figuras icónicas como Dirk Nowitzki. Son parte del tejido cívico y emocional. Basta salir a la calle y ver la cantidad de camisetas con el número 77 que sigue llevando la gente. Luka nos daba relevancia a nivel nacional, momentos inolvidables y un genuino sentido de identidad post Dirk Nowitzki. Era un pilar generacional, el tipo de jugador sobre el que se asientan las ciudades durante décadas. El tipo de talento generacional que tienes que proteger, apoyar y empoderar. Hay traspasos que reconfigurar los equipos, otros que resetean franquicias. Y luego hay traspasos tan insensatos que fracturan la confianza de una ciudad. El de Doncic es uno de estos últimos. Más que una burrada baloncestística, este traspaso ha representado un fracaso a nivel de liderazgo en todos los niveles, un abandono del contrato moral, no verbal, que une a un equipo y su comunidad. Los dirigentes y propietarios de los Mavs pueden regir el equipo como les parezca, manejar sus activos de la forma que crean mejor. Pero tienen que saber que el valor de esos activos viene dado por la comunidad. Y que, como compensación, esa comunicad merece honestidad y responsabilidad en la forma de actuar. Y no hemos tenido ninguna de esas dos cosas”.
“La decisión fue personal, no estratégica. Nico Harrison se pasó año y medio orquestando una campaña para reducir la influencia y el peso de Luka Doncic dentro de los Mavericks. Y luego está el cómo: en vez de ver cuánto se podía obtener por Doncic en el mercado, como se tendría que haber hecho con uno de los mejores cinco jugadores del mundo, Harrison trabajó a espaldas de todos y a puerta cerrada. Se hizo con prisas, de forma opaca y con el salvoconducto que le dio su relación con Rob Pelinka (general manager de los Lakers). Hace solo dos años, los Timberwolves dieron cinco primeras rondas y unos cuantos jugadores por Rudy Gobert. Un buen jugador pero que no es Luka Doncic. La forma en la que se hizo sin estudiar otras posibles ofertas y ver bien qué ofrecía el mercado sugiere que no fue un asunto de negocios sino algo hecho por la puerta de atrás”.
“Para mí, que he estado al frente de esta ciudad, esto se reduce a la importancia que tiene contar en los equipos con líderes locales y comprometidos. Lo que he visto desde que la franquicia pasó a manos de Patrick Dumont y la familia Adelson sugiere falta de interés en esta comunidad y en los asuntos puramente relacionados con el baloncesto. Tal y como yo lo veo, la prioridad es clara: usar a los Mavericks como una baza para impulsar los negocios de la familia en el mundo de los casinos. Es difícil creer que un propietario criado en Dallas hubiera aprobado el traspaso de Doncic. Destrozó la identidad del equipo y rompió los vínculos con los fans a un nivel muy profundo. Fue cuestión de apatía o de falta de empatía con los aficionados por parte de los que dieron a Nico Harrison vía libre para ejecutar su plan. Mark Cuban trabajo durante décadas pasión por el baloncesto y compromiso con la comunidad. Me pregunto qué pensará con perspectiva sobre su decisión de vender el equipo a unos propietarios que veían de fuera de la ciudad y que no han demostrado tener su nivel de compromiso. Porque estoy también va a afectar a su legado. Los aficionados de Dallas merecen algo mejor que unos ejecutivos más leales a sus contactos en el negocio del baloncesto que a sus jugadores. Algo que mejor que un propietario billonario más centrado en hacer lobby para cambiar la legislación y favorecer a sus casinos que en proteger a la franquicia. Merecen responsabilidad. Invierten tiempo, dinero y fe en sus equipos. Y eso merece una reciprocidad. Esto no fue solo un mal traspaso. Fue una traición, una violación de esa confianza que va a ser difícil de recuperar”.
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